Una travesía fascinante
Para conocer las maravillas naturales que existen en Sonora no sólo se necesita tener un espíritu aventurero sino hay que ser un amante de la naturaleza, tener paciencia y una buena condición física.
Conocer el Municipio de Álamos ya es un deleite visual, pero cuando se está por entrar al territorio que rodea pueblo mágico, es posible observar cómo cambia la vegetación a abundantes árboles que en época de lluvia tapizan de color verde todo el horizonte serrano.
¿Entonces qué hay más allá de la Ciudad de los Portales?
Un santuario de aves de todos los tamaños y colores que fascina a quien entra a la Reserva Monte Mojino.
Pero para llegar a divisar alguna de las 330 especies de aves o acariciar la vegetación de la selva y bosque en la Sierra de Álamos, es necesario contar con un equipo de supervivencia con herramientas, alimentos, vehículos todoterreno y el apoyo de los guías del lugar.
Hay muchos caminos que los visitantes, exploradores, investigadores y guardaparques pueden tomar para llegar a diferentes puntos dentro de Monte Mojino, pero las condiciones climáticas a veces impiden el paso.
La lluvia hace que los arroyos sean más abundantes y usar automóviles es casi imposible.
El primer punto de esta aventura es Santa Bárbara, una pequeña comunidad ubicada a casi 30 kilómetros al Noreste de Álamos, que aunque parezca poca la distancia, las condiciones del camino hacen que el recorrido dure casi cuatro horas.
Bien vale la pena la travesía, más aún para admirar la inmensa y espesa vegetación, aves como cardenales, codornices, halcones, aguilillas y demás hermosos emplumados.
Antes de arribar a Santa Bárbara, es obligada una parada en San Francisco, hermoso lugar que es armonizado por los sonidos que producen las pequeñas cascadas y corrientes de agua.
A partir de este punto el recorrido permite apreciar grandes peñascos que expulsan agua de entre las rocas y dan vida a las paredes adornadas por cactáceas y orquídeas.
La mayor parte del trayecto es de subida, la Sierra de Álamos puede tener una altura que va de los 300 a los mil 300 metros de altura en difíciles caminos.
En ciertos puntos hay cuidar el no molestar a los “bitaches” una especie de avispas que habitan en la mayor parte de la reserva.
Hacia Arroyo Verde
A partir de este punto hay que caminar por casi cinco horas para llegar a uno de los sitios más impresionantes de la reserva, donde por su altura se puede ver volar frente a sí a las hermosas guacamayas verdes.
Independientemente de la distancia entre Santa Bárbara y Arroyo Verde, el camino no es fácil de transitar, el suelo lodoso por la gran cantidad de arroyos que hay que cruzar a pie descalzo, subir y bajar por cerros una y otra vez, hacen que el recorrido sea un verdadero reto, pero la travesía verdaderamente vale la pena.
Durante todo el trayecto los guardaparques utilizan sonidos pregrabados en sus teléfonos móviles o grabadoras que imitan el cantar de las aves para llamarlas.
Ya en uno de los lugares más lejanos, dentro de Arroyo Verde, la guacamaya verde extiende sus alas para dejarse ver sobre los peñascos que rodean el lugar donde nace el Río Cuchujaqui.
Ahora, al haber conquistado uno de los puntos más apartados de la reserva, hay que regresar, pero el recorrido requiere un esfuerzo doble, debido al cansancio.
Sin embargo, el admirar nuevamente los paisajes y volver a encontrar especies ya vistas o identificar otras nuevas, mitiga el agotamiento.
De selva a bosque
Al Este de la reserva se encuentra San Pedro, la vegetación cambia drásticamente y la espesa selva de pronto se convierte en un bosque de pino-encino que pareciera extraído de una novela.
En este sitio abunda el agua y con ello un gran número de aves locales y migrantes, además de otros habitantes naturales de la región.
Palo Injerto es el próximo destino, que al igual que el resto de los predios, tiene un encanto especial. En este lugar se encuentra junto a Potreritos, donde el mayor atractivo es un sitio conocido como El Cajón.
En este lugar que es un espectacular manto acuático se presume habita la nutria.
Como última parada antes de regresar a Álamos, se encuentra el Guayabo, otro predio adquirido por NCI que es utilizado por los guardaparques para conservar el lugar, el cual es igualmente hermoso y fascinante.
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