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A “jalones y estirones” sobreviven en Arizpe

A “jalones y estirones” sobreviven en Arizpe

A dos kilómetros de la cabecera municipal de Arizpe se localiza Tahuichopa, comunidad que a pesar de su cercanía con el pueblo resiente aún más los efectos del derrame en el Río Sonora.



Por fuera de la vivienda de Ángel Armando Romero Osuna y de su hermano se encuentra un tinaco y una llave, desde ahí, a un año de la contaminación, ellos todavía deben acarrear con baldes el agua para bañarse, lavar y cocinar.



“De repente sí alcanza y de repente no, pero a jalones y estirones, cuando no viene seguido (la pipa) pues hay que usar poquita”, expresó Ángel Armando Romero.



Y es que la pipa que suministra del vital líquido a la localidad no llega todos los días, comentó, y además quienes prefieren usar el agua purificada no tienen más opción que ir a comprarla a Arizpe.



“Nosotros no compramos siempre, por tres garrafones son 30 pesos, más una gasolinita para ir, son unos 100 pesos y aquí no hay trabajo”, externó.



Fue el 6 de agosto de 2014 cuando, tras la falla en uno de los represos de la minera Buenavista del Cobre, se derramaron 40 mil metros cúbicos de lixiviados de metales pesados sobre los ríos Sonora y Bacanuchi.



Sin empleo fijo



En Arizpe, como en otros municipios del río, la ganadería y la agricultura son las actividades económicas principales, y quienes no tienen animales o tierras para sembrar, en su mayoría se emplean en los campos de cultivo de ajo, papa, chile, entre otros productos.



Luego de la contaminación del año pasado, ante la falta de agua para poder regar, cientos de agricultores perdieron sus siembras, lo que también afectó a los trabajadores del campo.



Romero Osuna no tiene un empleo fijo, se dedica a laborar en las milpas o en cualquier otro lugar en donde lo contraten, pero desde el derrame, para él una semana es buena si logra trabajar dos días, por un sueldo de 150 pesos diarios.



“Pues un poquito nomás (ha mejorado), no creas que mucho, de hecho ahora es cuando se ha estado resintiendo peor porque no hay dinero, al principio de la contaminación había recurso, la gente tenía y se lo ha ido gastando”, agregó.



En la cabecera del Municipio la situación no es mucho mejor, según lo manifiestan los pobladores, como Manuel Rodrigo Borbón Jiménez, de 78 años de edad, quien aprendió el oficio de la agricultura desde muy joven.



“Toda la vida, de chamaco me enseñó mi papá a trabajar, todo el tiempo sembrábamos verduras”, dijo.



Capa amarilla



Algunas de sus tierras están ubicadas muy cerca del río, por ello recuerda a la perfección cómo sus matas de chile, papas y camote tenían un color amarillo que nunca antes había visto.



“Sí afectó, dejó una capa amarilla de tierra y luego otra arriba, según era lo que perjudicaba, el veneno”, relató don Manuel. Con sus propios medios, él se encargó de trabajar su tierra hasta dejarla lista para la nueva siembra.



A pesar de ser el dueño de cuatro hectáreas y media, Borbón Jiménez asegura que el único pago que ha recibido del Fideicomiso Río Sonora fue el de la toma de agua, más no lo correspondiente a las pérdidas que tuvo por no poder cosechar.



Fideicomiso insuficiente



De acuerdo con los habitantes del río, la falta de apoyos ha sido uno de los grandes problemas desde la contaminación, pues argumentan que la entrega del Fideicomiso no fue pareja para todos los que resultaron afectados.



“Nunca vamos a quedar conformes, pero hubo muchos pagos que no se dieron, y a personas que no viven aquí sí (les dieron), que nunca batallaron como nosotros, nosotros teníamos que corretear las pipas, acarrear el agua en cubetas”, señaló Ana Karen Valenzuela Ramírez.



Entre sus familiares la mayoría son agricultores de toda clase de productos, a ella le tocó ver cómo todos ellos tuvieron que buscar otras tierras para sembrar, o en su defecto, de esperar a la próxima temporada.



Como muchas otras personas de su pueblo, Ana Karen expuso que líquido es el principal motivo de inquietud, porque a pesar de que siempre habían consumido el agua de la llave sin problema, hoy no tienen confianza y prefieren tener un gasto extra con la de garrafón.

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