“Ni modo de comprar agua purificada para bañarse”: María Dolores Ornelas
Los síntomas aparecieron cuatro meses después del derrame de tóxicos en el Río Sonora, dolores de cabeza, de estómago, caspa y comezón en la cabeza, manchas rojas en brazos y piernas.
María Dolores Ornelas Romero, de 55 años de edad, habitante de Aconchi, Sonora, aseguró que desde que pasó la contingencia los problemas de salud en ella y su familia se han hecho presentes a pesar de los tratamientos.
“El estómago me duele mucho, traigo unos granitos en la cabeza, mucha caspa, me tiento y muchísima caspa”, agregó, “yo digo que sí (es por la contaminación) porque antes de que pasara esto estábamos muy bien aquí en Aconchi, casi no nos enfermábamos ni nada”.
Por falta de recursos, dijo, no pueden comprar agua purificada siempre, ni para beber, menos para bañarse, por lo que la necesidad los lleva a usar agua de la llave, a veces hasta para tomar.
“Mientras que no tiento el agua no me sale nada, ya le hice el cale yo, tres días sin bañarme a ver si era por la agua y sí. Me baño con agua purificada y no siento nada, ando muy bien, pero, ¿de dónde saco para estar comprando el agua si no hay trabajo, no hay nada?”, aseveró.
María Dolores mencionó que en Aconchi luego luego empezaron a usar el agua de la llave porque se acabó el trabajo.
De acuerdo a los análisis que le realizaron, comentó, tiene niveles altos de aluminio en la sangre, lo que le provoca los malestares a pesar de seguir el tratamiento indicado.
“Vinieron unos doctores, nos apuntaron para unos estudios, nos hicieron los estudios, a los que salimos mal, nos hablaron y ya ahorita nos están atendiendo, en Ures está la clínica donde nos atienden”, señaló.
Con palabras sencillas, pero con evidente preocupación, María Dolores expuso que no es la única de su familia que tienen problemas en su salud.
“Mi nuera también trae, ya le empezaron a salir a ella los granitos así en la cabeza, también a mi hijo”, siguió, “yo noto que nomás me baño y me salen. No me puedo tentar porque ¡Ay no!, hasta ganas de llorar me dan del dolor, un ardor muy feo en la cabeza”.
En sus brazos se aprecian manchas rojas, las cuales, dijo, desaparecen pero luego regresan, al igual que las ampollas en su cabeza, la comezón en todo el cuerpo la relaciona directamente con el contacto con el agua de los pozos.
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