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Requieren empleos, mejores caminos y transporte

Requieren empleos, mejores caminos y transporte

La falta de trabajo, de mejores caminos y de un sistema de transporte que los traslade a la ciudad, son las principales problemáticas que enfrenta en la actualidad la etnia Guarijía.



Las oportunidades para allegarse de recursos es algo que detiene el desarrollo de los pueblos guarijíos, ya que en su asentamiento en la Sierra Madre Occidental entre los municipios de Álamos y Quiriego no hay fuentes de empleo.



Sólo una vez por año algunos guarijíos cuentan con un programa de trabajo temporal que promueve la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT) para el mantenimiento de caminos y carreteras.



Jesús Darío Enríquez, miembro de la etnia, fue entrevistado mientras laboraba en el mantenimiento carretero entre San Bernardo y Mesa Colorada y expresó que ese trabajo les llega sólo una vez al año y les dura unos dos meses ganando alrededor de 150 pesos diarios.



"Por aquí ahorita el trabajo está muy escaso y se requiere trabajo, este trabajo es una vez al año, yo pediría que vinieran con este trabajo de perdida dos veces al año por parte de la SCT. Al año si no hay trabajo ahí se está".



Otra opción para allegarse de recursos es la artesanía, pero lo que obtienen es poco y apenas les da para comer, comentó María Victoria Valdez Buitimea, quien se dedica a bordar y tejer en las cercanías de Mesa Colorada.



Aunque viven tranquilos y su tierra no la cambiarían por nada, se necesita trabajo, dijo Librada Zaila Zazueta, ama de casa y esposa del gobernador de Mesa Colorada, Fidencio Leyva Yoquivo.



"Estamos viviendo más o menos, ahorita hay trabajo de carretera, pero se va y ya no hay. Se necesita, queremos más trabajo, para que trabajen todos".



La vida es difícil en las comunidades guarijías, casi todos comen pura tortilla.


"A veces comemos frijol porque está muy caro en la tienda. Tortilla de maíz comemos, molemos nixtamal, a veces compramos harina. Aquí no hay carne, a veces compramos cuando hay gente que trae".



Comentó que para complementar en ocasiones comen nopal y quelite cuando hay, y cuando siembran también calabacitas y sandía.



Fidencio Leyva Zaila, hijo del gobernador y quien reside en la comunidad de Mochibampo, externó que sólo le queda trabajar en la carretera, como le llaman a los caminos de polvo y piedra que conducen a sus poblaciones.



En temporada de lluvias siembran frijol, maíz y calabazas, dijo, y cuando tienen hambre recurren a la pesca en el río Mayo.



Así alimenta a su esposa y a sus tres hijos, con quienes vive en una casita que él mismo construyó.



DIFÍCIL ACCESO



A pesar del programa de mantenimiento de caminos, es difícil llegar desde Álamos hasta Mesa Colorada, son poco menos de 90 kilómetros de distancia, pero se recorren en alrededor de tres horas y media en un buen pick up porque los autos pequeños difícilmente llegarían.



Hasta San Bernardo hay carretera, son 50 kilómetros y se recorren en alrededor de media hora, pero de ahí hasta Mesa Colorada son aproximadamente 35 kilómetros y se hacen unas tres horas para llegar.



El paisaje es bello, pero los caminos rudos, difíciles de dominar y con pocos señalamientos.



El problema es que casi ninguna familia cuenta con vehículo y el transporte sólo llega hasta San Bernardo, así es que desde ahí hasta Mesa Colorada se mueven con raites, cuando hay.



Las urgencias médicas es algo que preocupa a los pobladores, ya que no siempre hay médicos disponibles en sus comunidades y para trasladarse a Álamos necesitan que alguien los lleve, ya sea de raite o cobrándoles alguna fuerte cantidad por el traslado.



"No llegan raites, cuando llega gente hay raite, pero de allá de Álamos para acá cobran 2 mil pesos. A veces no nos venimos porque no hay raite y ahí estamos esperando, comprando tortilla pura para aguantarse. Siempre ha sido así, hace mucho estamos así", dijo Librada Zaila.



A PIE O A LOMO DE BESTIA



La señora Oralia Buitimea Ciriaco, de 63 años y residente de Bavícora en la parte alta de la zona guarijía, comentó que ellos deben bajar a pie o a lomo de bestia para comprar provisiones en Mesa Colorada.



"Venimos a comprar harina de maíz y trigo, maíz, frijol, azúcar", expresó mientras se refrescaba y lavaba algo de ropa en el río Mayo junto a otras mujeres y un hombre que las acompañaba.



Mencionó que caminan alrededor de 7 horas y que cuando los niños bajan a la escuela o necesitan ir con el doctor es la misma situación.


"A los enfermos así los bajan también. Una vez que estuve embarazada tuve problemas de la presión y cuando me llevaban a Hermosillo mi bebé murió en el camino", recordó.




ACCIDENTADO Y PELIGROSO



El doctor Jesús Armando Haro Encinas, investigador del Colegio de Sonora, describió el camino de acceso a las comunidades guarijías como accidentado, cruento, peligroso, aunque también bellísimo.



Depende de la época del año, dijo, en este momento se puede transitar bien porque acaba de pasar el programa de empleo temporal, pero en lluvias puede ponerse intransitable e incluso pueden quedar incomunicadas algunas comunidades.



Entre la problemática que enfrenta esta etnia, Haro Encinas comentó que la principal sería la falta de empleo y que no existen formas de producción.



En la cuestión salud todavía hay mortalidad infantil y materna y de vez en cuando aparecen focos rojos en este rubro, agregó, además que hay muchas enfermedades crónico degenerativas y diabetes.



Haro Encinas manifestó que los apoyos de gobierno que reciben los guarijíos son mínimos y no les permiten salir del nivel de pobreza.



"Yo admiro algunas iniciativas gubernamentales por ejemplo en materia de educación y salud, pero desgraciadamente están tan mal atendidas y están tan mal dotadas, tan descuidadas de manos del gobierno federal y estatal.



"Por ejemplo que los niños ahora estén más escolarizados y sin embargo no tengan mayores capacidades aparejadas a ese nivel de escolaridad como demostramos en una investigación que hicimos aquí en el Colegio de Sonora en 2008 para evaluar el impacto que tiene el programa Oportunidades en los jóvenes indígenas".

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