Tapancos, tradición ancestral indígena, de olor, sabor y color
Olor a flores frescas, a comida tradicional y sonidos de cohetes y tambores rodea a los tapancos, una tradición indígena con 600 años de antigüedad y que acostumbran familias de la etnia Mayo, expresó Lombardo Ríos Ramírez.
El historiador manifestó que el tapanco se construye con mezquite y carrizo verde, ya que los elementos que lo componen deben "oler a vida" para que las almas de los difuntos bajen a disfrutar de las ofrendas.
"El tapanco viene siendo una de las ofrendas más maravillosas, originales y humildes que existen en la República Mexicana, que nuestros hermanos indígenas le hacen a sus muertos con el propósito de tenerlos desde el 24 de octubre hasta el 2 de
noviembre".
El olor a flores es el que guía a las almas de los muertos hacia el tapanco, agregó, por lo que las flores, las ramas y demás elementos deben ser frescos, y el aroma de los familiares vivos deben impregnarse en el altar.
"El tapanco es una ofrenda envuelta en olor, en primavera, pues si no hay olor no hay tapanco", abundó, "nuestros indígenas se levantan temprano y se van al monte o a la orilla del río para cortar las cuatro horquetas con las que construyen la ofrenda".
Quelites, nopales, wuacabaqui, tortillas de maíz, pan y café son algunos de los alimentos que preparan las mujeres yoremes y que después ponen en la base superior del tapanco. "La ofrenda la ponen en los patios de sus casas o afuera de la cocina; lo más hermoso del tapanco Mayo es la unidad, la integración de la familia para hacer algo de lo que va en el tapanco". Esta tradición ancestral que une a las familias y que rinde culto a los fieles difuntos va desapareciendo con los años, lamentó Ríos Ramírez.
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