Fumarse el "sapo", un ritual sanador de los Seris
El chamán de la etnia comcáac extrae de un anfibio la sustancia, que según su creencia, posee un poder curativo.
Punta Chueca, Sonora.- El chamán comcáac golpea con un marro un tazón de metal. Su sonido es largo y pasa de fuerte a débil conforme corren los segundos. Antes encendió salvia cuyo humo purifica el ambiente para el ritual que está a punto de realizar.
Toma con sus manos una pipa de vidrio que en su interior tiene la sustancia que él llama medicina, la calienta con un soplete y la da a fumar a Javier, previa indicación de sacar todo el aire de sus pulmones y luego contener el humo lo más que pueda.
El efecto es inmediato. Las piernas del hombre comienzan a temblar, se debilita, se lleva las manos a la cara. Desguanzado cae al suelo y se inclina en la arena, mientras que Raymundo Barnett, el chamán seri, golpea de nuevo el tazón metálico.
Javier, de 30 años, acaba de “fumarse el sapo” y se embarcó en un viaje. Su humanidad es recorrida por el sicodélico 5-MeO-DMT (Dimetiltriptamina), extraída por los seris del lomo de un anfibio llamado Bufo Alvarius y que de manera común se conoce como “sapo toro”.
Más tarde, Javier relata: “Inmediatamente un cosquilleo se apoderó cada centímetro de piel que existe en mí. “Mis sentidos se habían amplificado, la tonalidad de los colores era más fuerte, el canto del chamán y el sonido del pandero parecían lejanos, pero cada que el mazo golpeaba la campana, mis tímpanos reconocían los suaves tonos que viajaban por el aire hasta mi mente en expansión”.
Raymundo es más conocido como “Ray” en Punta Chueca, una comunidad indígena donde habitan los comcáac (seris) ubicada a unos 140 kilómetros de la ciudad de Hermosillo en el Norte de México. Él dice que el “sapito” tiene la molécula del espíritu.
En las culturas de los pueblos originarios de México, el chamán es la persona que tiene algunos poderes superiores al resto de la población, que predice, que cura, que aconseja. Ray es uno de los tres chamanes seris que tienen la sabiduría para curar con el sapito.
Es moreno, rasgo distintivo de los comcáac, alto y delgado, rebasa los 50 años de edad. Carga consigo una pequeña mochila con utensilios para sus rituales. El Bufo Alvarius se ha convertido en una moda en los últimos años, luego de que cada vez se conoce en más países y de que celebridades como el ex boxeador Mike Tyson y el actor Pedro Alonso aseguran haber fumado el sapo sonorense.
Tyson, boxeador estadounidense que tuvo su época dorada en la década de los 90, dos veces campeón mundial de pesos pesados, ganó también popularidad por problemas de comportamiento y personalidad y, como él mismo señaló en una entrevista en ESPN difundida la semana pasada, decidió probar esta cura.
Pedro Alonso, un actor español que participó en la serie “La casa de papel” con el personaje de Berlín, señaló en una publicación en la red social Instagram haber estado en la playa El Paraíso, ubicada en Punta Chueca, donde fumó el sapo.
El anfibio es una especie endémica de Sonora, México, y de una parte del territorio de Arizona, Estados Unidos. Cuando comienza la época de lluvias en la región, por los meses de julio y agosto, el animal “brota” de la tierra para alimentarse y reproducirse.
En el lomo del sapo, explica Ray, crece un absceso que se exprime y el líquido extraído se recolecta en un vidrio. Esta sustancia es la que contiene el alucinógeno 5-MeO-DMT, que los indígenas emplean para realizar curaciones.
Un análisis realizado por investigadores japoneses y estadounidenses en 2012, llamado: “Psicodélica 5-metoxi- N, N- dimetiltriptamina”, aceptado por el Centro Nacional de Información en Biotecnología de EU, califica al DMT como una droga.
Por eso para la ciencia médica someterse a este tipo de prácticas o terapias alternativas es responsabilidad de quien la realice.
RECOLECCIÓN DE SUSTANCIA
“Esa sustancia es lo que procesa, cuando lo recolectas no quitas todo, le dejas algo al animalito para que se proteja de otros animales porque es su defensa, en cuanto lo exprimes lo dejas y el sapito ya se pone a buscar su comida, no lo matas”, explica el hombre.
Entre los comcáac hay tres personas que “oficialmente” pueden realizar el ritual de curación: Raymundo, su hermano Francisco y un personaje llamado “El abuelo Pancho”.
Para él la práctica de curar con el alucinógeno extraído del sapo data de cientos de años, aunque no puede comprobar que sea milenaria: “No se sabe, porque ellos (los ancestros) nunca dejaron un escrito, ni nada”.
Los estudios referidos señalan que el 5-MeO-DMT es una droga que contiene otras sustancias además de la dimetiltriptamina, por lo que puede provocar cambios fisiológicos y de comportamiento en seres humanos. Para los seris, en cambio, se trata de una experiencia de sanación.
“Haz de cuenta que es un exorcismo: Si tienes algunas malas vibras en tu cuerpo, algún espíritu malo y oscuro, cuando recibes la medicina te retuerces, las manos se retuercen, es cuando el espíritu que traemos no quiere salir, tensas el cuerpo, pero de todas maneras el sapito es fuerte y lo saca”, expresa el chamán.
Cuando pasa el trance comienza la paz y empiezas a reír, asegura, las personas empiezan a dar gracias a Dios, a la vida, al amor.
“El ritual de sanación parecía eterno”, cuenta Javier, quien participó en el ritual en la playa El Paraíso, en Punta Chueca, “pero cuando lentamente empecé a regresar a mi estado normal, sentí la felicidad que muchos de los que probaron el ‘sapito’ han dicho experimentar.
"Tú estás bien", le dice el chamán a Javier una vez pasado el trance, "bienvenido al mundo de los seres cósmicos".
¿Moda o negocio?
El Bufo Alvarius y “fumar el sapito” han cobrado relevancia en los últimos cinco años y el Estado de Sonora se puso en la mira de personas que en el mundo ven a la práctica como un referente de sanación terrenal y espiritual.
Los escasos estudios que hay en México sobre la sustancia hacen pensar a algunos investigadores que es parte de una moda alentada por celebridades y personas que han visto la oportunidad de hacer negocio.
“Su prevalencia en nuevos contextos rituales urbanos se ha insertado en una lógica de consumo indigenista en el que se les quiere tratar a recursos de un sustrato cultural indígena como una cura a los malestares psico-emocionales de la sociedad actual”, considera Alí Cortina Bello, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Para el antropólogo Alejandro Aguilar Zeleny, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), existe una utilización del escenario simbólico, social e imaginario de los seris para proyectar el consumo del sapito como medicina, pero de alguna forma pudieran estar siendo utilizados.
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