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Manuel Rodrigo “El Yaqui”… Mayo: In memoriam

El compositor y cantante sonorense será recordado por su exitosa carrera musical y por su característica humildad.<br /> 

Manuel Rodrigo “El Yaqui”… Mayo: In memoriam

Manuel Rodrigo “El Yaqui” Gocobachi Figueroa nunca se imaginó que haber nacido en Vícam (1944) le hubiera dado la identidad que lo marcó en su prolongada y exitosa carrera artística.


Aun cuando sólo vivió sus primeros seis meses de vida en Vícam, el apodo de “El Yaqui” lo mantuvo en el gusto popular de la música norteña, género donde alcanzó un lugar muy importante entre sus exponentes; básicamente por su consistencia, su actualización y el estar ligado a composiciones muy populares en la historia reciente de ese género en Sonora y en México: La Yaquesita, Flor de Capomo, Abrazado de un Poste, Como me duele y Tu Nuevo Cariñito.


La Yaquesita es una especie de himno regional, y es de su autoría. La inspiró Yolanda (Yoli) Segura Cruz, a quien conoció “El Yaqui” a principios de los setenta en Pótam, después ella reside en San Luis Río Colorado.


La Flor de Capomo, otra expresión de identidad Yaqui y Mayo “de canto a la naturaleza regional y al amor intenso y cómplice”. De esta composición, que también le dio la vuelta a México, se dijo coautor con Jesús Molina, de los hermanos Molina, de Pótam: “Trigueñita hermosa, linda vas creciendo, como los capomos que se encuentran en la flor… Tu mi chiquitita, te ando vacilando, te ando enamorando con grande fervor”.


Aunque en las esferas del derecho de autor, alguna vez el grupo “Carlos y José” y se dice que los “Broncos de Reynosa” también trataron de adjudicársela como propia. Como buen paisano de los autores, Rosendo Montiel siempre defendió a los creadores originales.


Además de las mencionadas, “El Yaqui” compuso un número importante de canciones ya fuera para interpretarlas él o para pasárselas a sus amigos cantantes, que a lo largo del tiempo le dieron satisfacciones, así como una carrera plena y excitante de más de 50 años en el siempre complejo mundo de la farándula.
Le grabaron, entre otros: Paquita la del Barrio, Gilberto Valenzuela, “El Gallo” y su hijo Valentín Elizalde, Los Tigres del Norte, Lalo Mora, Lorenzo de Monteclaro, y Ezequiel Peña, entre otros.


UN GRAN ÉXITO
El mayor éxito musical de su prolífica carrera se lo dio una canción que originalmente grabaran Los Alegres de Terán a finales de los cincuenta: Tu Nuevo Cariñito: “Vienes a que te perdone, vienes con tus imprudencias, no se me olvida tu nombre, no se me olvida tu ausencia, yo soy pobre no soy rico, pero si soy de vergüenza”.


“El Yaqui” la grabó a principios de los setenta y logró ubicar en el mercado más de un millón de copias. Este fue el mayor de sus éxitos en materia de reconocimientos y regalías recibidas hasta la fecha.


“El Yaqui” dijo que la clave estuvo en el arreglo y en la letra del texto (más corridita y más sentimental) porque a un sentimiento personal -derivado de una vivencia amorosa-, agregado a la interpretación con todo y su carga emocional, le siguió el arreglo musical del grupo musical “Jesse y Los Gitanos” un conjunto orquestal de siete miembros, muy original, bien combinado y afinado del campo 77 de Cajeme, dirigido por “Jesse” Palma, amigo de Rodrigo y compañero por muchos años en sus grabaciones en Cronos de Guadalajara, y en los recorridos por diversas presentaciones artísticas tanto en el país como en el extranjero.
Antes, y componiendo su música de los 18 años en adelante, se inició cantando en reuniones y celebraciones entre Tiriscohuasa (tirisco=trigo y huasa=poposagüi), La Vasconia y parte de la región del Mayo concretamente en Etchojoa.


Su familia pasó de Vícam a Tiriscohuasa por la dotación agraria recibida por el padre de Rodrigo, don Jesús María Gocobachi, asistente del legendario dirigente agrario Maximiliano R. “Machi” López. A don Jesús lo dieron de alta como miembro del ejido San Pedro, en Etchojoa, con 4.5 hectáreas de terreno agrícola, y se vino a trabajarla; ya no regresaron al Yaqui.


Tiriscohuasa es una pequeña comunidad indígena situada entre el viejo canal de la comunidad -que toca la cabecera de Etchojoa- por el rumbo del panteón y la ribera izquierda del río Mayo; su población se encuentra ubicada entre Las Guayabitas, Basconcobe, el Campo 9 y La Vasconia en un entorno rodeado de trigales y variada vegetación.


Se trata de un caserío de adobe, carrizo y ladrillos, habitado por trabajadores agrícolas, agricultores en pequeño y ganaderos. En el pueblo abundan los yoyomos, los mangos, las palmeras, los girasoles, las bugambilias, las pingüicas y los mezquites. También pequeños establos de vacas y borregos.


Ahí vivió “El Yaqui” con sus siete hermanos en una de las esquinas que dan al río. Entre El Guayparín y La Vasconia estudió hasta el cuarto año de primaria con el maestro Raymundo Rodríguez Kelly, también del poblado.


SURGIDO DEL CAMPO
Al dejar la escuela, tuvo que enfrentar los desafíos del trabajo en el campo como desyerbar, pizcar, desaijar, trillar y empacar. Eso, reconocía Rodrigo, lo forjó en la disciplina, en la lengua Mayo y en el conocimiento de la vida tratando mucho a la gente del campo, que a la larga le fomentó el sentido común y la humildad –-que nunca perdió— y con la que siempre se condujo, a pesar de los reconocimientos logrados en México y Sur de Estados Unidos.


“El Yaqui” ha sido un raro caso de arraigo regional, que en sus 76 años nunca perdió el gusto por sus pueblos y costumbres. Gozaba como pocos sus breves estancias en Etchojoa y Huatabampo.
Reconocía siempre, sentir una gran nostalgia cuando rebasaba la línea que separa los municipios de Etchojoa y Navojoa y cuando viajaba de regreso a Las Vegas, Nevada, donde vivió 12 de los 28 años que permaneció en los Estados Unidos, donde grabó y trabajó en presentaciones, algunas con Los Píkaros de “Chico” Neyoy, en “Las Islitas”, un restaurante nayarita de mariscos en las Vegas.
EL RESURGIMIENTO
Después de haber permanecido allá por años, resurgió con los éxitos Pueblos de Sonora, dedicada a la región del Mayo, después con Cómo me Duele, Tú no me lo Das y Tengo Ganas, que serían éxitos en la voz de Valentín Elizalde.
“El Yaqui” nunca cantaba con pistas, grabó varios discos con la banda La Costeña, de Ramón López Alvarado, y en sus presentaciones en el Mayo lo acompañaron principalmente la banda “Los Jocobitos” y el conjunto “Los Arrieros”.
Grabó 57 discos con más de 40 composiciones y presentaciones ligadas al recuerdo. De éstas últimas destacan las de famosos programas televisivos de los ochenta como Siempre en Domingo, dirigido por Raúl Velasco, y Noches Tapatías, así como infinidad de programas en el Canal 6 de Guadalajara. Alternó con David Záizar, José Alfredo Jiménez y Alicia Juárez, Lalo González “Piporro”, Conchita Solís y Eduardo Segundo “El Polivoz”, entre otros.


Célebres fueron sus trabajos en el proyecto cultural: “Indian Power Pascola Show” de Fonovisa, de la cadena estadounidense Univisión, para proyectar la música de la etnia Mayo en todas las expresiones, pero principalmente las manifestaciones artísticas autóctonas, su ejecución y el significado que han tenido para la cultura de los pueblos indígenas, con sus paisajes sus personajes, sus colores y características regionales.
Su permanencia en el ambiente no sólo se reflejó en su físico y en su voz, la cual mantuvo siempre intacta.

También en su filosofía de la vida —a su edad, presumía no tomar pastillas de ningún tipo, ni para la presión ni para otras cosas—, se confesaba fanático de la humildad y siempre decía que la fama nunca se le subió, que nunca creyó en ella “porque es muy transitoria… pasa muy rápido”.


Su éxito personal lo atribuyó siempre a estar bien con Dios, a quién “no le alcanzaría a pagar nunca todo lo que le ha dado”. De la envidia se confesaba vacunado y satisfecho de que nunca la haya tomado en serio. Fue partidario de la amistad sincera para siempre, la cual cultivó con muchas gentes de la región del Mayo y otras partes de la Entidad.


Seguía cantando bien, la gente lo recuerda y no lo olvida. Le aplaudieron siempre donde actuó y cantó. El se emocionaba porque decía que “no sólo es bonito volar y llegar hasta donde uno se lo propone, sino también regresar al origen y dar de sí mismo para los demás, porque así se siente uno muy bien por dentro y también por fuera”, y así se valoraba—decía—, mejor la realización de una vida, con mucho sentido, con vocación de trabajo, útil a la sociedad, a la región y desde luego, a “Dios, que siempre lo cuidó”.


Vivió sus últimos años en Caborca, con proyectos de trabajo, siempre alegre, siempre constructivo, siempre optimista y cantando. Todavía se dio tiempo para una composición musical por los 400 años de Bácum.
“El Yaqui” -Mayo- no escapó al temible Covid-19 que lo llevó a la muerte en un hospital de Tucson, Arizona este viernes 27 de noviembre. Descanse en paz el gran amigo. Lo vamos a extrañar, sin duda.

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