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Aportan conocimiento para alimentar al mundo

La meta es llevar alimentos sanos y orgánicos a las mesas de los mexicanos a precios accesibles, además de ofrecer productos que otorguen mayor rentabilidad a la agroindustria.

Aportan conocimiento para alimentar al mundo

Datos del Banco Mundial aseguran que apenas el 28% del total de investigadores en todas las áreas del conocimiento en el planeta son mujeres; en México, este porcentaje es de poco más del 38%, de acuerdo con información del Conacyt.
En el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) trabajan 198 investigadoras: dos de ellas están en el Centro Experimental Norman E. Borlaug (Ceneb), ubicado en el Valle del Yaqui.
Xóchitl y Angélica, aunque trabajan en dos líneas distintas del conocimiento, comparten el gusto por laborar en la tierra e investigar para mejorar los cultivos agrícolas, por tener suelos óptimos para la siembra y llevar alimentos sanos a las mesas de los mexicanos.

Orgánicos

Aportar a una nutrición más sana para las generaciones presentes y futuras es el principal objetivo que persigue con su trabajo Angélica Ortiz Ávalos, para poner en los comedores de las familias alimentos libres de pesticidas y fertilizantes.
“Estoy enfocada en lo que es la agricultura orgánica: qué mejor que llevar alimentos sanos a la mesa de tus padres, tus sobrinos, hermanos y de toda la gente de las generaciones futuras”, expresó.
Con más de 24 años de experiencia, la experta tiene a su cargo investigaciones con frijol y garbanzo, entre otros cultivos y tiene su meta en conseguir productos orgánicos para consumo humano y hacerlos extensivos.
Su trabajo en el Programa de Fertilidad de Suelos y Nutrición Vegetal consiste en realizar y proponer proyectos para buscar fuentes financieras y una vez que obtiene los recursos, pasa al área de cultivos orgánicos en los campos experimentales.
Ahí supervisa y apoya los preparativos del suelo para sembrar las plantas que serán objeto de investigación y posteriormente, en las diferentes etapas de desarrollo del cultivo, relató, hace trabajo de observación para tomar datos que le permitan respaldar su investigación.

Mujeres en el agro

La entrevistada dijo sentirse motivada por la creciente participación de mujeres en todas las áreas del sector agrícola, ya que cuando ella era asistente de investigación no había una sola mujer investigadora, mientras que ahora suman cinco en el Ceneb.
“Yo creo que todas deberíamos de tener la convicción de lo que queremos hacer… hay convocatorias abiertas ahorita y en los requisitos no viene que sean específicamente para hombres, aquí que pueden aplicar mujeres y hombres, ahorita es parejo”, sustentó.
En ocasiones, dijo, cosechan cereales como el trigo, que ella misma lleva a moler y lo utilizan como harina para consumo personal; con esto sabe que está alimentándose de un producto libre de pesticidas y sano, lo que le genera satisfacción y confianza.

Cártamo para la industria

Xóchitl Ochoa Espinoza nació y se crió en una zona rural cercana a Ciudad Obregón; ese agrado por las plantas y los animales la encaminó a convertirse en una científica que realiza importantes aportaciones a la alimentación en el país.
Ingeniera biotecnóloga de profesión con maestría en Ciencias Agropecuarias, la investigadora está adscrita al Programa de Oleaginosas y desde ahí contribuye en el avance hacia la autosuficiencia alimentaria de México.
“Trabajas para la sociedad, para el campo, para la alimentación de nuestro país… siempre se tienen que estar importando alimentos de otros países para satisfacer la demanda nacional, y es satisfactorio saber que estamos contribuyendo en algo a la alimentación nacional”, enfatizó.

Cártamo para la industria

Su labor en el Programa de Oleaginosas, detalló, consiste en generar variedades de alto rendimiento, mediante el mejoramiento genético de las cuales se obtengan mayores utilidades y hacerlas tolerantes a enfermedades para, por ejemplo, beneficiar a la industria con aceites de cártamo de alta calidad.
El trabajo de Xóchitl comienza desde el escritorio, cuando presenta un proyecto; busca convocatorias para promoverlo y de ser aprobado, planea sus experimentos en campo y siembra las plantas con variedades de cártamo, soya, ajonjolí y otros cultivos.
Posteriormente, continúa con el monitoreo de desarrollo de las plantas para analizar sus características a través de una serie de indicadores.
“El mejoramiento genético trata de generar variedades con alto rendimiento que beneficien a los productores con alta calidad de aceite, que es lo que la industria requiere; tolerantes a enfermedades, con lo que se reduce la contaminación ambiental al aplicar menos pesticidas”, citó.

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