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El Imparcial / Sonora / 50 aniversario Palominos

Don César Pavlovich: El Palomino

El carisma del fundador de Palominos, sumado a su simpatía y su visión de altura, creó un concepto que ha trascendido por 50 años y que ha trascendido más allá de las fronteras sonorenses.

Don César Pavlovich: El Palomino

Las grandes experiencias marcan la vida de las personas. Gran parte de nuestros momentos de felicidad se dan degustando buenas comidas y bebidas.

Los banquetes han sido representados a lo largo de la historia con cierto carácter divino. Hasta el cielo es descrito en la Biblia como un banquete.

César Pavlovich Sugich lo entendía. Con su carisma, simpatía y visión creó un concepto que ha trascendido por más de 50 años y se ha expandido por diversas ciudades del país.

Palominos le ha regalado a una multitud de comensales experiencias inolvidables. El restaurante tiene impreso en el fondo de su alma la gran hospitalidad de un hombre, que se ganó el elevado rango social de “Don” César por su amabilidad y su amor por la carne que ha transmitido por generaciones.

Emprende la aventura
Nacido el 28 de agosto de 1929 en Hermosillo, Sonora, miembro de una familia numerosa, César Pavlovich Sugich emprendió su aventura restaurantera en la madurez de su vida.

El año de 1973 será recordado como el año en que la gastronomía sonorense se sintetizó en un concepto exitoso que ha expandido la tradición culinaria del estado por el país. Palominos representa el auténtico sabor sonorense. Sus clientes lo saben y reconocen esa originalidad en cada uno de sus platillos.

El más representativo de ellos es el emblemático Paquete Palominos que ha sido degustado por los clientes en cinco décadas.

Tripitas de leche, tortillas sobaqueras, frijoles maneados, cabrería, ensalada y coyotas, en un solo plato, es la composición del simbólico Paquete Palominos creado por su fundador.

Amor por el campo
El nombre de este simbólico plato y del restaurante se les debe al apodo de su autor, “El Palomino”.

Amante de los caballos, criado en el campo, vestido con botas, hebilla y sombrero, Don César rondaba por su hacienda montando su animal preferido de color ocre dorado y crema conocido como Palomino.

La hacienda es conocida como La Fortuna, el lugar que le dio a los Pavlovich tantas alegrías.
Descendientes de la antigua y conflictiva Yugoslavia, su familia se dedicaba a la agricultura, una profesión que te arraiga más a tu tierra, los miembros de esa extensa familia heredaron el contacto con la naturaleza desde su nacimiento.

Una familia cercana, eran tantos que sólo necesitaban de ellos para divertirse rodeados en el asador.

De ahí la pasión de uno de sus miembros por la gastronomía, conocía el proceso de la comida desde sus raíces. Su gusto fue aprendido desde la experiencia, no por los libros.

Su sabiduría provenía del trabajo directo con la naturaleza. Su carisma y ocurrencias eran fruto de convivir con doce hermanos.

Un líder natural
Don César fue un relacionista público por esencia que se ganó el prestigio de restaurantero por su audacia y elocuencia.

Encantaba a sus clientes con su simpatía innata, sus empleados lo amaban por su liderazgo sutil y su amor por el trabajo.

Como toda personalidad extraordinaria, su vida no estuvo exenta de contradicciones, pero al final murió como vivió, pasando la mayoría de su tiempo rodeado por sus seres queridos y amigos.

El 3 de mayo del 2007, con 77 años, el cuerpo de Don César dejó la tierra, pero su alma perdura a través de un sueño que se convirtió en realidad y que con orgullo llamamos Palominos.

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