Su labor altruista deja huella
Siempre de la mano de su esposo, Javier Gándara Magaña, Marcela participó -ya sea como titular o como integrante activa- en organizaciones civiles y patronatos.
Ambos estaban convencidos, desde el principio, de que la mejor forma para lograr una sociedad justa y equitativa era a través de la participación activa; así, el matrimonio Gándara Fernández enfocó sus acciones de bienestar común bajo el lema “Sólo para servir”.
Incursionaron activamente en la asistencia social encabezando o formando parte de varios patronatos, distinguiéndose su participación en ellos con logros concretos.
A decir de su esposo, Marcela estaba convencida de que en la medida en que se forma a una mujer, se está dándole una formación a un hogar.
“La mujer es muy importante dentro del hogar porque cumple la responsabilidad fundamental; por lo cual siempre trabajo para crear oportunidades para las mujeres; entonces, esa parte ella la tenía muy clara y trabajó mucho en programas, por ejemplo, ‘Mejoremos Nuestra Vida’, que hasta la fecha siguen funcionando en la fundación”, explicó quien junto a Marcela, conformó una pareja altruista que durante muchos años ha beneficiado a su comunidad.
Labor incansable
De 1987 a 1989, el matrimonio Gándara Fernández presidió el Patronatos de Asilo de Ancianos, el de la Cruz Roja Mexicana y también, en el mismo lapso, formó y encabezó con las esposas de consejeros la agrupación Damas Entusiastas de Canacintra (ADEC), en la que este grupo de mujeres tenía una muy intensa actividad social.
Fomentaron la mejora en todos sentidos de los trabajadores de la industria, así como de sus familias, labor encomiable que permitió una mejora en la vida personal de quienes laboraban en el ramo en esa época.
Ahí se creó un modelo de participación con corresponsabilidad entre el beneficiario directo, con el fin de participar en la entrega de donaciones a las instituciones establecidas; iniciaron en 1986 como Sociedad Civil Organizada con excelentes resultados, lo que hoy es el programa de Peso X Peso que décadas después, instaló el Gobierno del Estado.
“Yo conocí a la señora Marcela y trabajé con ella en varios proyectos, desde lo que es el Voluntariado de las Damas de Canacintra; ahí nos conocimos, congeniamos y me invitó cuando iban a presentarle el programa ‘Un Paso a Tiempo’, y la acompañé; fue el inicio de mi participación en muchos proyectos junto a ella como es el caso de la Casa Hogar María Goretti, en la Feria del Arte, en un recetario que se hizo y en todos esos buenos proyectos que ella tenía. Era una persona que siempre estaba pensando, ideando, creando cosas para ayudar a los demás, siempre con mucha capacidad de convocatoria.
“Definitivamente, ella fue ejemplo a seguir por su entusiasmo, por esa generosidad enorme que tenía. Nosotros veíamos cómo trataba todo el tiempo de ayudar a las personas, poquito, mucho, lo que ella pudiera”, comentó Melinda Ramos Peek quien a lo largo de todos estos años, más de una treintena, trabajó codo a codo con ella en labores altruistas.
Por las nuevas generaciones
De 1993 a 1996 dirigió junto a su esposo el patronato Pro Obras de Catedral de Hermosillo y de 1998 a 2009, el patronato de Hogares la Providencia A.C, legendaria institución creada por el padre Mariano Hurtado donde por once años, Marcela creó y operó un programa integral para las menores.
Entre los logros durante este periodo destaca el mejoramiento de la infraestructura física de las instalaciones del internado, así como el desarrollo humano de las menores con programa de capacitación técnica, nutricional, deportiva, educativa y de valores que permitió a cada beneficiada sentar las bases para desarrollar su propio proyecto de vida en forma plena.
Debido a su gran interés y compromiso con la comunidad, junto a su esposo trabajó en un proyecto con responsabilidad social y trascendencia de vida: Fundación Ganfer.
“A ella le interesaron mucho varios programas; en primer lugar, apoyar a las mujeres, porque Marcela estuvo diez años aquí con el padre Hurtado de la Divina Providencia, eran niñas que llegaban desde muy chiquillas y les facilitaban vestido, alimentación, formación, tenían ahí asesoras.
“Entonces, salían ya preparadas hasta preparatoria, listas para enfrentar la vida de una manera mucho más apropiada como mujeres”, recordó Javier Gándara.
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