Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Sonora / Marcela Fernández de Gándara

Dan testimonio de su gran pasión

Además de su labor continua en beneficio de los demás, Marcela Fernández de Gándara tenía una gran pasión por encima de todas las cosas: su familia, sus hijos.

Dan testimonio de su gran pasión

“Me siento muy respetada y muy querida porque a esta edad ya no es normal, a los hijos y a los nietos les da flojera, y mis hijos no: tengo tres hijos que no viven acá, pero hicieron el esfuerzo para estar en mi cumpleaños. Mi mamá murió antes de los 70, con 69 años; fue una sorpresa para todos porque aparentemente era una mujer muy sana. Ya cuando pasas de los 70 años tiene mucha importancia”, declaro Marcela en entrevista publicada en el documental de su vida, y sí: era una mamá y una esposa muy querida y admirada.

Aunque constantemente estaba involucrada en diversos proyectos de gran escala, permaneció presente todo el tiempo para ellos: su esposo, Javier Gándara Magaña y sus seis hijos siempre supieron que ella era capaz de dejar cualquier cosa y acudir si la necesitaban.

“Ella era como un colchón donde podías caer y sabías que ibas a caer en blandito, nos daba un gran sentido de protección a todos sus hijos y nos sentíamos los consentidos; lograba que cada uno de nosotros nos sintiéramos especiales.

“Siempre decía algo, que ahora como mamá yo también confirmo: ‘El hijo consentido es el que te necesita más en ese momento’; toda la vida supimos que éramos prioridad, que lo que necesitáramos, ella iba a estar ahí; eso la hacía una mamá muy especial’”, recuerda Luisa Alejandra Gándara Fernández.

Con amor entrañable, rememora que a su madre nunca nada le daba pena, hacía las cosas al natural sin pensar en el qué dirán; de hecho, una vez le dijo: “Si yo me hubiera detenido por el miedo o el qué dirán, no habría hecho nada”.

“Ella me enseñó a que hay que atravesar los miedos y hacer lo que quiera hacer; siempre fue inspirador ver cómo hacía las cosas y ahora la gente me dice que me parezco mucho a ella en la manera de ser, lo aprendí inconscientemente al verla”, expresó.

Una gran inspiración

Marcela siempre fue una mamá que sabía estar: una mamá muy presente, muy amorosa, cariñosa, que daba los mejores consejos.

Para Ana Marcela Gándara Fernández, fue una madre muy inteligente, que los hacía sentir muy amados a cada uno de ellos, los apoyaba en todo y sabía amar de manera incondicional.

“Influyó de gran manera en la persona que soy; mi mamá es mi inspiración, mi modelo a seguir, me enseñó a amar al prójimo, a tener la responsabilidad de ayudar a los demás y hoy en día, la labor social y el ayudar es parte principal de mi vida. Me dedico a generar espacios de sana convivencia en las escuelas y claro, mi mayor inspiración es mi mamá”, recordó Ana Marcela.

A decir de su hijo Gerardo Gándara Fernández, su madre era una persona siempre muy alegre, muy dispuesta: “A ella siempre le gustó el baile, la música, y nos obligaba a nosotros a bailar; así es como ella ponía ambiente en la fiesta”.

Javier Gándara Fernández coincide con su hermano al compartir ese gran recuerdo de ella durante las celebraciones, cuando les hacía una pausa en la mesa para invitarlos a la pista de baile, asegurando la diversión de todos los presentes.

“Ella siempre estaba pendiente de sus hijos y nos hacía sentir que éramos perfectos”, refirió, “su mayor influencia en mí mismo es esa humildad, siempre sonriendo y ayudando a los demás.

Los hacía sentir únicos

Sus seis hijos concuerdan en que a todos los hacía sentir “los consentidos”, sin distinción alguna: “Ella estaba con la persona que la necesitaba justo en el momento que se requería. Nos daba amor incondicional, siempre estaba apoyándonos en todas nuestras actividades, en todo nuestro caminar en esta vida; entusiasta, alegre, al pendiente de cada uno de nosotros para ayudarnos y resolvernos la vida”, declaró Adreana Gándara Fernández.

“Fue la mejor mamá del mundo, porque encontró la forma de estar siempre presente en la vida de cada uno de mis hermanos y mía. Encontró todos los días el cómo hacernos sentir a todos únicos y especiales. Nos enseñó, a través del ejemplo y los valores, a ser personas de bien. Con su amor y ejemplo aprendí a trascender en lo que hago y a ser siempre como ella bien decía: ‘Mejor, y mejor, y mejor’, aseguró Germán Gándara Fernández.

Fue precisamente por sus hijos, por dejarles el mayor de los ejemplos pero sobre todo, por procurar un futuro mejor para ellos, que el matrimonio de Marcela y Javier comenzó a involucrarse cada vez más en iniciativas y actividades para hacer el bien a su comunidad.

Sus acciones viven a través de ellos

A todos sus hijos les inculcó siempre la labor altruista que permanece hoy en día y permea también en sus descendientes.

“Definitivamente, mi mamá dejó una huella imborrable en su paso por esta vida; fue una de las personas más inteligentes que he conocido, una mujer entregada al cien a su familia, a mi papá y a la causa social.

“Fue una mujer con una energía inigualable, siempre estaba ayudando a diferentes causas, no se cansaba, una mujer excepcional que no es común encontrar y yo fui bendecida de tenerla como mamá. Agradezco haberla tenido de mamá, aunque me hubiera gustado seguirla disfrutando todos los días”, compartió Ana Marcela.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados