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Es José Lucas un rocaportense ejemplo de buen samaritano

Cada martes coloca galones de agua para quienes la necesiten, en la carretera Sonoyta-Peñasco

Es José Lucas un rocaportense ejemplo de buen samaritano

PUERTO PEÑASCO. Sonora.- “Si la ocupas tómala, si no, déjala para quien en verdad la necesite. No le hagas daño. Bendiciones y buen viaje”, rezan las cartulinas fosforescentes pegadas en algunos mezquites, a un costado del desértico y caluroso tramo carretero Puerto Peñasco-Sonoyta.

Hacen alusión al agua -en galones y un depósito de 200 litros- que José Lucas Adriano Soto coloca ahí, cada martes, con apoyo de su esposa e hijos, en dicha rúa donde la temperatura, durante la temporada veraniega, ronda los 50°C y, en ocasiones, vehículos sufren desperfectos, con familias a bordo.

Tras ser contactado, el buen samaritano, dijo ser residente de Puerto Peñasco y que la idea de poner depósitos de agua (15 galones) para consumo humano y de los animalitos que allí recalan, así como un tambo de 200 litros para los automovilistas que requieran verterle agua a los radiadores de los vehículos que se calientan, surgió desde hace más de un mes.

Recuerda, narró, que fue a Sonoyta y de regreso, estaba haciendo mucho calor y, como a medio tramo del trayecto (la distancia es de 98 kilómetros), miró caminando a dos personas por la orilla de la carretera y entonces se detuvo para ver qué se les ofrecía.

Los pobres dijeron que tenían mucha sed y les dejé el agua que traía, yo venía con mi familia. Más adelante nos tocó ver dos carros que estaban descompuestos, con gente, a la orilla de la carretera.

“Uno de ellos traía un galón en sus manos. Yo creo que ocupaban agua y ahí no hay lugares cerca donde conseguirla, además que la situación de seguridad es otra cosa que hay que tomar en cuenta”, comentó.

RECUERDA QUE TUVO SED

De ahí le nació la idea, reiteró al recordar que él, en carne propia, sufrió muchas veces de sed, cuando cruzaba la línea, a pie, por el desierto para ir a trabajar a Estados Unidos, ya que antes era más fácil cruzar y por alguna razón se quedaba sin agua y sabe lo feo que eso siente; eso lo convenció de ayudar a esa gente que lo necesite si saber quién sea.

Lo que más me retroalimenta y me hace sentir algo muy bonito por dentro es que cuando regresamos, a la semana, vemos que los depósitos están vacíos y conocidos me han dicho que cuando pasan han visto gente utilizando el agua. Lo único malo es que alguien se llevó un recipiente donde los animalitos bebían.

“Todo esto vivido vale la pena y con eso se paga todo, máxime que ya me he encontrado varios mensajes de agradecimiento de gente que ni conozco. Me siento útil y me da fuerza para seguir haciéndolo”, apuntó al indicar que tiene planeado colocar más puntos (al menos unos tres), espaciados en todo el camino, donde sea más necesario.

LO BUENO SE CONTAGIA

José Lucas agregó que, incluso, algunas personas ya han regresado al lugar y también dejan galones con agua y eso le da gusto y anima más ya que no existen palabras para describir lo contento que se siente interiormente cuando se sirve con desinterés y la ayuda llega a quien lo necesita.

Cada martes llena este contenedor de agua. FOTO: CORTESÍA

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