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¿Juntas incómodas? Tu imagen pública salva el día

¿Quién no ha estado en esa reunión donde el ambiente se siente más pesado que una taza de café olvidada en el microondas? En el mundo de los negocios, las conversaciones tensas son inevitables.

¿Juntas incómodas? Tu imagen pública salva el día

Negociaciones complicadas, resultados que nadie quiere escuchar o temas tan delicados que hasta el silencio parece incómodo son situaciones que no tienen por qué convertirse en un campo de batalla emocional: aquí es donde entra la magia de la imagen pública.

Es esa habilidad de proyectar seguridad, respeto y profesionalismo, incluso cuando todo parece estar en juego; manejar estas conversaciones con éxito no se trata de hacer malabares con palabras o intentar parecer un robot sin emociones, sino de aplicar tres principios básicos: claridad, tono y moderación.

Imagina que son como las tres patas de un banco; si una falla, el equilibrio desaparece (y no querrás caerte justo frente a tus colegas o clientes).

Claridad

Hablar claro no significa ser brusco, pero sí directo, nada de discursos llenos de florituras que nadie entiende; si el mensaje es difícil, dilo con transparencia porque la sinceridad, aunque duela, siempre refuerza la credibilidad: es mejor ser recordado como el que resolvió un problema que como el que dejó todo enredado, como un nudo marinero.

Tono

Tu tono de voz, tus gestos y hasta cómo te sientas importan más de lo que imaginas: ¿has visto a alguien hablar seriamente mientras juguetea con los dedos o se hunde en su silla? Exacto, no inspira mucha confianza; un tono equilibrado, una postura firme y una mirada natural y directa pueden marcar la diferencia entre parecer un líder en control de la situación o alguien que quiere salir corriendo.

Moderación

Por último, pero no menos importante está el autocontrol o la inteligencia emocional: ese superpoder que evita que te dejes llevar por el calor del momento; evitar respuestas impulsivas y mantener la compostura es clave, recuerda que nadie gana una discusión levantando la voz o con argumentos cargados de sarcasmo (aunque las ganas de usarlo sean irresistibles).

Al final del día, manejar estas conversaciones tensas no sólo refuerza tu capacidad para resolver problemas, sino que también construye una reputación de confianza y respeto.

Aunque no lo creas, esas reuniones incómodas pueden ser tu mejor escenario para demostrar que tienes lo que se necesita para liderar con cabeza fría y corazón fuerte y sí, quizás con un café en la mano... pero sin que esté recalentado.

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