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¿Has sufrido violencia obstétrica?

Hasta ese instante mágico ha pasado a formar parte del apuro, de la generalización, de un número que tiene que seguir su curso inalterable. Uno más… qué pase el que sigue…



Cada vez son más las mamás que tienen a sus chiquitos por medio de cesáreas o de otros métodos cruentos contra su cuerpo, su psiquis y el niño que está trayendo al mundo. Porque no se respetan los tiempos que los procesos de la naturaleza demandan. Hay que sacarlos rápido del sanatorio para que venga la siguiente. Y esto cada vez se va acentuando más con el correr de los años.



Debe haber infinitas mujeres que pasaron por experiencias innecesarias. Tiene que ver con la falta de respeto por parte del sistema médico convencional, el que avala ciertas prácticas que hoy ya no tendrían que existir. Por ejemplo, la episiotomía (corte de la zona perianal para agrandar la vagina), la maniobra de Kristeller (empujar al bebé desde la panza para que salga) o la inducción artificial del parto, que deriva en una cesárea arbitraria. Y así, otras tantas cuando nace el bebé: esterilización forzada, separarlo de su madre, etcétera.



¿De qué se trata la violencia obstéterica? “Es el trato deshumanizado (e invisibilizado) que sufre la mujer embarazada en un momento de gran importancia en su vida; un instante único e íntimo en el que conocerá finalmente a su tan esperado hijo”, explica Tamara Urquiza, que trabaja como doula y es asesora en amamantamiento. “Un momento dónde está expuesta la intimidad de su sexualidad y donde también, entre diversos tratos, las infantilizan, les hace creer que ‘no saben’, las consideran enfermas, las maltratan verbalmente, con carencia de miradas, de palabras, de explicaciones sobre lo que les ocurre o lo que piensan hacer, se practican actos médicos y farmacológicos rutinarios sin permitir que ella participe de las decisiones sobre su cuerpo”. Y agrega que hoy la mayoría de los partos se producen en instituciones que tienen este tipo de métodos estandarizados. El paradigma tradicional es muy fuerte y esta todo automatizado. Nadie para un minuto para saber qué desea esa mamá o cómo se siente. Es todo tan rutinario que les da lo mismo cualquier mujer y así ellas caen en un sistema macabro. “En el momento en que se practican intervenciones innecesarias, estos dejan de ser métodos normales. Entonces, la violencia, en cualquiera de sus formas (verbal, física, psicológica), es claramente un acto consecuente”.



Muchas veces pensamos que es un tema menor que con el tiempo se va olvidando, sin embargo, no lo es. Según la doula, es un momento trascendental en la vida de una mujer, y si sus necesidades físicas y emocionales no están satisfechas, les causa una sensación de no haber podido estar a la altura de las circunstancias. Incluso, puede llegar a tener un recuerdo perturbador de su alumbramiento, dificultades para establecer el vínculo y apego con su bebé, problemas de lactancia, sentir ‘que no sabe’ cómo cuidar a su hijo y algunas mamás hasta sufren de depresión posparto. “Es sumamente importante no perturbar la díada mamá-bebé, ya que podría tener consecuencias a futuro para ambos”.



¿Quién dijo que todo está perdido?



¿Es posible hacerlo de otra manera? Si, lo es. Tamara comenta que hoy la Organización Mundial de la Salud ha confeccionado una serie de recomendaciones para el proceso del nacimiento, que dan la pauta de que existen otras prácticas más adecuadas.



Asimismo, hace unos años nació una nueva corriente más natural, contraria a todos estos métodos abusivos de la medicina estandarizada: el parto humanizado.



¿De qué se trata? Así lo explica Tamara Urquiza: “Para definir el parto humanizado o respetado, primero hay que recordar que se trata de un acto fisiológico, natural, como lo son el sueño, la digestión o cualquier otra función del cuerpo. La idea es dejarlo fluir para que se desarrolle adecuadamente, creando las condiciones idóneas que deriven en que se produzca solo. El concepto ‘humanización del parto’ es, entre otros, informar a la mujer sobre el o los procesos por los cuales está transitando. Escuchar sus opiniones, necesidades y deseos de atención durante el embarazo, el parto y el puerperio. Respetar los tiempos naturales para parir y nacer. Tener a una persona (designada por ella) para que la acompañe permanentemente, brindándole apoyo emocional (doula). Deambular libremente durante el trabajo de parto, si así lo desea, y optar por la posición en donde se encuentre más cómoda para parir. Además, que no se realicen sin su autorización prácticas como: enema, sonda, rasurado, episiotomía y demás técnicas sistemáticas de rutina, así como la colocación de una vía intravenosa por la eventualidad de necesitar medicación, permanecer con su bebé inmediatamente después del parto y durante toda la internación, siempre y cuando no necesite cuidados especiales”.



Por último, la especialista nos da un consejo fundamental para evitar la violencia obstétrica. Asegura que la principal herramienta para prevenirla es la información: “La información nos da el poder de decidir, de ser responsables de lo que elegimos y, luego, de poder charlar con el obstetra de cuales son nuestros deseos. Se puede confeccionar un plan de parto, entregar un consentimiento informado, prepararnos para el momento mediante encuentros con otras mujeres (hacer tribu), participar en charlar idóneas, ser acompañadas por una doula y más”.

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