Buscadores de tesoros de Hermosillo: Rafael Pacheco ya lleva más de 60 kilos de monedas
Es miembro del club “Detección Hermosillo, Buscadores de Tesoros y Reliquias”, donde se dedican a buscar objetos históricos usando detectores de metal.
HERMOSILLO, Sonora.- Desde hace más de 40 años, Rafael Pacheco García se inició como “buscador de tesoros” por una leyenda que surgió en el pueblo de su suegro y aseguró que en todos estos años ha recabado más de 60 kilos en monedas.
Rafael es conocido por sus amigos como “Fay” y es miembro del club “Detección Hermosillo, Buscadores de Tesoros y Reliquias”, un grupo de personas que se dedican a buscar objetos históricos usando detectores de metal.
La primera vez que detecté yo fue como en 1982, en La Colorada, con un aparato muy viejo, de agujas, era un Master 5000D y después de eso lo guardé como unos 15 años, y una vez vi unos videos, y vi que detectaban en parques y me lo traje, y aquí en el parque saqué 187 monedas en dos horas”, contó.
Empecé por unas historias de entierros en La Colorada, empezamos con eso”, dijo.
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La leyenda en La Colorada cuenta que una señora que vendía bebidas embriagantes a principios del siglo XIX, en la localidad Las Prietas, muchos de sus clientes le pagaban con monedas de oro, pero una vez que falleció, creció el rumor de que había enterrado un cofre con las monedas, pues nunca las gastó.
Supuestamente después lo encontraron, ya que entró la mina, con una máquina, supuestamente sacaron el entierro. Era oro, como que la doña vendía y le pagaban con oro, en aquellos tiempos”, relató.
EL INICIO
La búsqueda de objetos valiosos la retomó “Fay” años después, iniciando la actividad con el primer detector de aguja que había guardado, y aparentemente la suerte estaba de su lado, pues en poco tiempo pudo vender los objetos perdidos que se encontraba donde realizaba la búsqueda.
Era como en el 2008, yo andaba aquí solo en el Parque Madero detectando y pensaban que era trabajador del parque, otros me decían que estaba loco, pero cuando les tocaba ver que encontré un pulso de oro, hasta mi señora empezó a detectar porque me vio.
Desde ahí, empecé a detectar y con lo que salía de ahí, compré un detector más nuevo, con oro, anillos, esclavas, cosas que iban saliendo, y así fui cambiando de aparatos, con lo que iba sacando compraba aparatos, hasta que llegué a este, que me costó 18 mil pesos”, reveló.
UN MÉTODO ANTIESTRÉS
A pesar de que recibía burlas y críticas por andar con el detector de metales por donde quiera, la primera en unírsele fue su esposa Esperanza Avilés, quien se asombró cuando vio que su compañero de vida encontraba objetos de valor.
Entre ellos, dijo, se encuentran anillos, esclavas, cadenas, medallas, la mayoría de ellos de oro, además de monedas antiguas, botones de trajes militares de a principios del siglo pasado, así como cartuchos de la época revolucionaria.
Yo llegué a sacar aquí, hasta ahorita, como 65 kilos de monedas. Ya vendí muchas, por kilo, las de níquel, las de cobre, tengo muchas pero vendí muchísimas”, aseguró.
Lo importante para Rafael y su esposa es que es una actividad que la realizan para relajarse y luchar contra el estrés.
Es muy bonito esto, es muy desestresante. Mi señora y yo, ya nos pensionamos y decimos: ‘¿Ahora, para dónde vamos a agarrar?’, nos venimos para el parque o nos vamos a la playa, nos vamos al pueblo.
A mi familia le gusta también, a mis hijas y nietos. De hecho, nos vamos todos a la playa a buscar”, añadió, “tengo como seis aparatos y nos vamos a la playa, y cada quien agarra un aparato.
Hemos encontrado varias cosas entre todos”, dijo, “he llegado a pagar deudas con lo que sale de aquí”.
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