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“Mi hijo vive y nunca lo dejaré de visitar”: Alberto Ramírez Rangel

El 17 de octubre de 2017, Alberto Ramírez Acedo, de 35 años, perdió la vida tras participar en un accidente vial, después de chocar la motocicleta en la que viajaba contra un automóvil.

“Mi hijo vive y nunca lo dejaré de visitar”: Alberto Ramírez Rangel

HERMOSILLO, Sonora.-La pérdida de un ser querido deja un gran vacío en el corazón de las personas que lo conocieron, especialmente de sus familiares y amigos, pero la pérdida de un hijo es indescriptible, como así lo expresó Alberto Ramírez Rangel, de 68 años de edad.

El 17 de octubre de 2017, Alberto Ramírez Acedo, de 35 años, perdió la vida tras participar en un accidente vial, después de chocar la motocicleta en la que viajaba contra un automóvil.

Sus restos fueron sepultados en el panteón municipal ubicado en la colonia Sahuaro y desde entonces, cada ocho días su tumba es visitada por su padre, quien considera que su hijo vive en su corazón y jamás lo olvidará, pues el dolor de haberlo perdido es inimaginable.

VISITA SEMANAL

“Yo vengo cada semana a ver a mi hijo, platico con él y le traigo la música que a él le gustaba. Puros corridos oía, estaba lleno de vida, pero tal vez Dios lo necesitaba y se lo llevó. Era cobrador, andaba en una moto y lo atropelló un carro.

Perder un hijo es muy doloroso… muy doloroso. Perder la madre o el padre es muy doloroso, pero perder un hijo, no tiene nombre”, expresó.

Desde temprano, Alberto llegó a la tumba de su hijo para ponerle su música y embellecer un poco el lugar, con gusto pintaba la capilla que le construyó hace cinco años, pero que no había tenido la oportunidad para darle “una manita de gato”.

Seleccionó un color claro para que se viera limpia el área y que luciera impecable el Día de Muertos, mencionó.

ANIVERSARIO LUCTUOSO

En días pasados fue su aniversario luctuoso y eso lo ha puesto un poco sensible, ya que padre e hijo tenían muy buena relación y lo extraña.

“Él era muy terco, le decía que dejara la moto, pero le encantaba andar en la moto”, recordó, “le decía que dejara el trabajo, que le ponía una chatarrera, como a mi otro hijo, pero no quiso y mira ahora donde lo tengo”.

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