La verdadera muñeca Annabelle y su diabólica historia
Tras el éxito cosechado en 'Expediente Warren', John R. Leonetti estrena en estos días la secuela que lleva por título 'Annabelle'. Esta terrorífica muñeca ya tuvo sus minutos en la gran pantalla, y provocó más de un susto y en algunos casos casi un paro cardíaco. El argumento gira entorno a una muñeca que se encuentra guardada bajo llave en un museo esotérico de Connecticut, un descubrimiento que causará a dos jóvenes un giro de 180 grados en sus tranquilas vidas.
Lo que muy pocos saben es que detrás de esta película se esconde una verdadera historia. La verdadera muñeca 'Annabelle' no era de porcelana ni tampoco tenía un aspecto entrañable de niña pequeña como se muestran en las películas, la muñeca era de trapo y pertenecía a las miles de muñecas 'Raggedy Ann Doll' que se vendieron en Estados Unidos durante los años setenta.
Donna colocó en su habitación una muñeca que le regaló su madre durante su infancia, y que le recordaba mucho a ella. Lo que ella no sabía es que no se trataba de una muñeca cualquiera, la muñeca aparecía diariamente en una posición diferente de donde la había dejado, con los brazos y piernas en distinta posición, unas terroríficas imágenes que se complementaron con notas escritas pidiendo ayuda, incluso descubrió un hilillo de sangre procedente de la muñeca.
Tanto Donna como su compañera de piso Angie seguían pensando que todo se trataba de una broma pesada, pero el hilillo de sangre fue el detonante para que las dos jóvenes tuvieran que recurrir a un espiritista que les aseguró que dentro de la muñeca se encontraba el espíritu de una niña de siete años llamada Annabelle Higgins, que tiene como único objetivo hacerse 'amiga' de ellas.
LOS WARREN ACUDIERON AL RESCATE
Tras un intento de asesinato sobre Lou, un amigo de Donna, al ser estrangulado y recibir varios arañazos en su pecho, las dos jóvenes decidieron llamar a varios miembros de la iglesia que les pusieron en contacto con el matrimonio Warren. Los Warren llegaron a la conclusión de que era imposible que algún espíritu humano hubiera poseído al juguete, según ellos se trataba de un demonio. Para terminar con la pesadilla los Warren decidieron quedarse la muñeca para encerrarla en una caja de madera y de cristal y enviaron a un cura para practicar exorcismo a la casa endemoniada.
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