A la caza del superconductor
En 1911 Heike Kamerlingh Onnes descubrió que si enfriaba el mercurio a –269º C su resistencia eléctrica desaparecía por completo: acababa de descubrir la superconductividad.
Esto sucede con cierto tipo de compuestos cuando se enfrían hasta alcanzar una temperatura, llamada temperatura crítica; desde ese momento no ofrecen ninguna resistencia al paso de la electricidad. Esto significa que no se calientan y, por tanto, no hay pérdidas de energía al llevar la corriente de un lado a otro, algo que resulta impagable para cualquier empresa eléctrica. De hecho, se calcula que si se descubrieran materiales superconductores a temperatura ambiente se ahorrarían un 20% de las pérdidas en la energía que se transporta desde las centrales eléctricas hasta las casas.
El inconveniente está en la propia temperatura crítica: para conseguir que un material se vuelva superconductor hay que enfriarlo mucho, hasta unos 250 grados centígrados bajo cero.
La cuestión de cómo aparece en un material la superconductividad a alta temperatura es uno de los enigmas más importantes que le queda por resolver a la física de la materia condensada
Pero en 1986 se descubrió que no solo los metales y aleaciones metálicas presentaban esta propiedad: en los Laboratorios IBM en Zurich descubrieron que cuando el óxido de cobre y lantano, que es un aislante, se dopa con bario, se convierte en superconductor a -237º C.
Desde entonces se están buscando intensamente sustancias superconductoras a temperatura ambiente, pues no hay ningún impedimento teórico que lo impida. Es posible que lo veamos en un futuro cercano y entonces seamos capaces de transportar densidades de corriente 2.000 veces mayores de lo que lo hace un cable de cobre. Muchos científicos optimistas piensan que para 2025 el 50% de los generadores, transmisores y transformadores eléctricos serán superconductores. Por desgracia esta búsqueda se hace casi a ciegas, con probatinas, porque la cuestión de cómo aparece en un material la superconductividad a alta temperatura es uno de los enigmas más importantes que le queda por resolver a la física de la materia condensada. Y es que, a pesar de los esfuerzos realizados desde la década de los 80, el fenómeno elude todo intento de explicación.
Fuente: Muy Interesante
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