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Para los mayas, los eclipses solares eran una señal de choques celestes y mantenían registros sofisticados para predecirlos

Los mayas eran una sociedad que veneraba el cielo, y con razón.

El próximo 8 de abril del 2024, América del Norte será testigo de un espectáculo celestial único: un eclipse solar total. Este evento no solo despierta asombro y fascinación en la actualidad, sino que también nos conecta con antiguas civilizaciones, como los mayas, cuyos astrónomos y sacerdotes observaban con atención los movimientos del cosmos.

Para los mayas, los eclipses solares no solo eran fenómenos celestes, sino señales de choques divinos. Mantenían registros precisos de estos eventos y utilizaban sus conocimientos para predecirlos con gran exactitud. De hecho, el eclipse del 8 de abril seguirá una trayectoria que cruzará México y partes de Estados Unidos, tocando tierras que una vez fueron habitadas por los antiguos mayas.

Los mayas y la astronomía

Los mayas eran una sociedad que veneraba el cielo, y con razón. Sus observaciones sistemáticas del sol, los planetas y las estrellas los convirtieron en excelentes astrónomos y matemáticos. Utilizando monumentos como pirámides y estructuras naturales, como cuevas, marcaban los solsticios y equinoccios, así como los días de cenit, cuando el sol se encuentra directamente sobre ellos.

Sus habilidades no se limitaban a la observación; los mayas también eran grandes en la predicción. Gracias a textos como el Códice de Dresde, aún conservamos valiosa información sobre su conocimiento astronómico y sus interpretaciones religiosas. Los eclipses solares eran vistos como eventos significativos, asociados con la renovación y el equilibrio en el universo.

¿Qué creían los mayas?

Según su sistema de creencias, el dios del sol, Kinich Ahau, hacía un viaje peligroso por el inframundo maya todas las noches para renacer al amanecer.

Los eclipses solares eran vistos como un signo de posible destrucción catastrófica. Kinich Ahau representaba la prosperidad, mientras que su hermano Chak Ek, identificado con Venus, simbolizaba la guerra y el desorden.

Los mayas interpretaban los eclipses solares como una batalla cósmica entre los dos dioses, con Venus atacando al sol. Para restaurar el equilibrio, se llevaban a cabo rituales de renovación, incluidos sacrificios de sangre realizados por la nobleza, que creían que fortalecían al dios sol.

Estos sacrificios eran considerados la forma más alta de ofrenda y simbolizaban la entrega de una parte de la fuerza vital de los nobles para alimentar a los dioses.

En el contexto de este próximo eclipse, nos encontramos reflexionando sobre nuestras propias trayectorias personales y profesionales, así como sobre nuestro legado histórico y cultural. Al igual que los antiguos mayas, este evento nos invita a mirar hacia atrás y hacia adelante, recordándonos nuestra conexión con el cosmos y con las generaciones pasadas y futuras.

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Ya sea por motivos científicos, espirituales o simplemente por el espectáculo natural que ofrece, el eclipse solar total es una oportunidad para celebrar la maravilla del universo y la unidad de la humanidad en su contemplación. Que el cielo esté despejado el 8 de abril para que todos podamos disfrutar de este increíble fenómeno y honrar el legado de los antiguos observadores del cielo, como los venerables mayas.

Artículo original publicado en The Conversation

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