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No hay una sola señal extraterrestre en 10 millones de sistemas solares

La búsqueda ha sido 100 veces más amplia y más profunda de lo que se ha hecho hasta ahora.

No hay una sola señal extraterrestre en 10 millones de sistemas solares

Un equipo de científicos australianos acaba de publicar los resultados del que probablemente sea el estudio más exhaustivo y amplio realizado hasta la fecha en busca de señales extraterrestres. No han encontrado ni rastro de otras civilizaciones en 10 millones de sistemas solares.

Lejos de resultar desalentadora, la noticia es positiva por varias razones. La primera de ellas es tan sencilla como esta: podemos hacer esa búsqueda. En otras palabras, tenemos la capacidad tecnológica para llevarla a cabo, y además podemos hacerlo con bastante rapidez.

Los investigadores han empleado la matriz de amplio espectro del Observatorio Murchinson (MWA por sus siglas en inglés). El Murchinson es un radiotelescopio ubicado en el desierto del oeste de Australia. La matriz que lleva su nombre es un instrumento consistente en 4096 antenas dipolares repartidas en 128 “baldosas” y optimizadas para captar señales de radio de entre 70 y 300 hertzios.

La MWA es un instrumento con un extraordinario campo de “visión” en términos radioastronomicos. Permite estudiar millones de estrellas de forma simultánea. Los astrónomos de la Universidad de Curtin Chenoa Tremblay y Steven Tingay normalmente usan ese complejo sistema de antenas para estudiar supernovas, pero en esta ocasión han dedicado 17 horas a practicar un sondeo sobre una amplia región de la Vía Láctea alineada con la Constelación de la Vela.

La búsqueda ha sido 100 veces más amplia y más profunda de lo que se ha hecho hasta ahora. En total se han examinado algo más de 10 millones de sistemas estelares a diferentes distancias. Ni una sola de esas estrellas ha arrojado datos que permitan sospechar la existencia de fuentes de radio artificiales similares a las nuestras. “No hay signos de tecnología. Ni una sola señal de vida inteligente”, explica Tremblay.

Esta es la segunda razón que hace que este estudio deba ser contemplado con optimismo. Buscar señales de civilizaciones extraterrestres es un asunto complicado porque, para empezar, no sabemos exactamente qué aspecto pueden tener sus comunicaciones. Lo único que el SETI puede hacer es asumir que sus señales se basan en ondas de radio igual que las nuestras.

En la Tierra, algunas se las señales de radio que emitimos logran atravesar la ionosfera y se filtran al espacio. Nuestras propias sondas espaciales han confirmado su existencia y se cree que ahora mismo todo el planeta es una suerte de emisor de ondas de radio de baja frecuencia cortesía de nuestra actividad como civilización. Los científicos del programa SETI asumen que si hay alguien más ahí fuera lo bastan te avanzado podemos detectar el débil rastro de sus señales de radio. Es una buena suposición, pero quizá haya otras señales de comunicación que estemos pasando por alto, indica Gizmodo.

Existe además un problema de distancia. La primera transmisión de radio hecha por el ser humano se remonta a 1895. Esto significa que, en el mejor de los casos, nuestras señales no han viajado más de 100 años luz . Cualquier civilización más lejos que eso no podría captarlas por muy avanzada que sea su tecnología. Quizá el problema también ocurre a la inversa y las señales de otras civilizaciones sencillamente aún no hayan llegado hasta nosotros.

Aunque no sepamos si se basan en ondas de radio como nosotros o si esas ondas aún están demasiado lejos, no podemos descartar esa hipótesis. Esa es la razón por la que los astrónomos del SETI siguen rastreando el firmamento con instrumentos que analizan ondas de radio de muy baja frecuencia como el MWA. Sin embargo, y aunque el campo de visión del radiotelescopio Murchinson es amplísimo, apenas es una fracción del universo conocido. “Aunque este estudio es realmente amplio, la cantidad de espacio que hemos observado es el equivalente a buscar vida en los océanos pero analizar solo el volumen de agua que cabría en una peqiueña piscina”, explica Tingay.

Eso por no mencionar que el Murchinson tampoco es infalible en la detección de ondas de radio. Su sensibilidad es limitada y las ondas de radio pierden intensidad a medida que recorren distancia, por lo que la señal de otra civilización podría ser sencillamente demasiado débil como para que reparemos en ella. Aquí es donde entra la última buena noticia.

Operativo desde 2013, el Murchinson es el proyecto precursor del SKA, un descomunal observatorio en construcción con estaciones en Australia y Sudáfrica que permitirá analizar una porción aún más grande del espacio en busca de señales entre los 50 y 350 Mhz. El SKA es tan sensible a las ondas de baja frecuencia que podrá detectar la huella de radiofrecuencia de una civilización como la nuestra en otros sistemas solares. Con ese nuevo observatorio podremos analizar miles de millones de estrellas en busca de signos de otras civilizaciones.

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