Trágicos destinos: Inventores que fueron asesinados por sus propios inventos o descubrimientos
La paradoja de la genialidad: 10 inventores que encontraron la muerte entre los engranajes de sus propias invenciones.
En el mundo de la innovación, hay ocasiones en las que el genio y la tragedia se entrelazan de formas inesperadas. A lo largo de la historia, ha habido inventores cuyas mentes brillantes y creativas los llevaron a desarrollar invenciones revolucionarias, pero que, irónicamente, encontraron su trágico destino en las mismas creaciones que tanto amaban.
Estos casos extremos ponen de relieve los peligros inherentes a la búsqueda incansable del progreso científico.
Aquí presentamos una lista de 10 inventores cuyas vidas quedaron marcadas por esta paradoja.
Uno de los ejemplos más sorprendentes es el del inventor austro-francés Franz Reichelt. En un acto audaz y temerario, saltó desde la Torre Eiffel para probar su propio invento: un traje-paracaídas. Desafortunadamente, el dispositivo no funcionó como esperaba y encontró una muerte trágica en su valiente intento.
Marie Curie, una científica de renombre mundial, se dedicó al estudio de la radiactividad. Sin embargo, su trabajo incansable y su exposición constante a sustancias radiactivas le causaron una enfermedad irreversible. Curie sucumbió a la leucemia, una enfermedad relacionada con la radiación, dejando un legado imborrable en el campo de la ciencia.
Thomas Midgley Jr., un ingeniero y químico estadounidense, contribuyó al desarrollo de la industria automotriz al inventar el tetraetilo de plomo, un aditivo de la gasolina. Paradójicamente, este invento resultó ser su perdición, ya que Midgley murió debido a la intoxicación por los vapores tóxicos de este compuesto.
El ingeniero Horace Lawson Hunley es conocido por su invención del submarino Confederado H.L. Hunley durante la Guerra Civil estadounidense. Sin embargo, durante una misión de prueba, el submarino se hundió, llevándose consigo la vida de Hunley y todo su equipo.
El invento del canadiense Karel Soucek, un barril diseñado para lanzarse por las Cataratas del Niágara, se convirtió en una trampa mortal. Su intento de probar su invento resultó en un impacto fatal cuando el barril no funcionó correctamente.
El inventor soviético Valerian Abakovsky imaginó el Aerowagon, un tren propulsado por un motor de avión. Lamentablemente, durante una prueba, el tren descarriló, cobrándose la vida de Abakovsky y varios pasajeros.
La historia china cuenta que Wan Hu, en el siglo XVI, intentó volar al espacio montado en una silla de fuegos artificiales. Sin embargo, este audaz intento se volvió catastrófico cuando la silla explotó, acabando con la vida de Wan Hu.
En la lista también figura Otto Lilienthal, considerado el primer aviador exitoso de la historia. Aunque sus contribuciones al campo de la aviación fueron significativas, Lilienthal perdió la vida en un accidente mientras volaba con su planeador, demostrando los riesgos inherentes a las primeras etapas de la exploración aérea.
El ingeniero aeroespacial estadounidense Henry Smolinski soñaba con combinar un automóvil y un avión en su invento, el "Mizar". Sin embargo, durante una prueba, las alas se desprendieron, provocando un accidente fatal que se llevó la vida de Smolinski.
Esta semana murió Stockton Rush, el CEO de OceanGate, en el submarino turístico que visitaba el Titanic.Rush, director general y fundador de OceanGate Expeditions, se encontraba a bordo del submarino Titán de su empresa que implosionó.
Por último, el ingeniero naval irlandés Thomas Andrews, conocido por su papel en el diseño del Titanic, encontró un destino trágico cuando el famoso barco se hundió durante su viaje inaugural en 1912. Andrews se encontraba a bordo y no logró sobrevivir al desastre.
Estos inventores, cuyas invenciones marcaron un hito en la historia, también encontraron un destino trágico entre las máquinas que dieron vida a sus visiones.
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