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La Frontera Invisible

A diferencia de las mariposas amarillas que simbolizan el amor entre Mauricio Babilonia y la bella Remedios en la novela de Gabriel García Márquez, las mariposas Monarca son de color naranja brillante con franjas negras y su fama no deriva de la ficción sino de su asombrosa habilidad para viajar del gélido invierno canadiense a los templados bosques de oyamel en el estado mexicano de Michoacán. En “Cien años de soledad”, Rosario intuye la muerte de Mauricio cuando ve morir a la última mariposa amarilla. El espectáculo de la migración masiva de las mariposas Monarca podría apagarse si no se adoptan medidas urgentes para protegerlas. En ambos casos, el simbolismo de la mariposa, amarilla o naranja, como alegoría de la vida es evidente. “La Monarca,” me dice el poeta y ambientalista Homero Aridjis, “es una de las grandes maravillas de la naturaleza, su migración es épica y es un símbolo de la vida para la gente que sabe de ella desde Japón a Estados Unidos, desde Canadá a Michoacán”. Y es precisamente la épica de estas frágiles criaturas aladas lo que ha movido al poeta mexicano Aridjis, al novelista turco Orhan Pamuk, a la ensayista canadiense Margaret Atwood, al cineasta estadounidense Paul Auster y a más de 170 escritores, científicos, artistas y ambientalistas de todo el mundo a pedirles a los presidentes de Estados Unidos y México, Barak Obama y Enrique Peña Nieto, y al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, que se reunieron este miércoles en Toluca, México, que adopten medidas urgentes para proteger a las mariposas Monarca. La historia de las mariposas Monarca es asombrosa porque cada año protagonizan una de las migraciones de animales más impresionantes. En promedio viajan más de 4.000 kilómetros al sur y atraviesan tres países: Canadá, Estados Unidos y México. La tragedia es que el número de mariposas que llegan a México ha ido disminuyendo de forma estable desde hace años. Esta temporada, se calcula que el área de árboles ocupados cubre apenas 0,67 hectáreas - la más pequeña desde que estas mediciones comenzaron hace 20 años - y una enorme caída de un máximo de 21 hectáreas de 1996. La población de mariposas Monarca se ha desplomado desde un cálculo aproximado de 1 mil millones en 1996 a unos 33 millones este año, repartidos en siete sitios. Durante muchos años, la tala ilegal desenfrenada en México que destruye los bosques de oyamel donde se posan los insectos para pasar el invierno fue señalada como la principal culpable del ecocidio. Hoy, sin embargo, los activistas dicen que el mayor problema que enfrentan las mariposas en su migración es la erradicación de las plantas de algodoncillo en los EU, donde las mariposas ponen sus huevos y donde comen las orugas. Sobre todo en el cinturón de maíz de EU donde la siembra de variedades de maíz y soja resistentes a los herbicidas modificados genéticamente ha crecido de forma espectacular. Los herbicidas que se utilizan, especialmente el glifosato, destruyen toda forma de vida de la planta, incluyendo el algodoncillo. A pesar de todo, las Monarcas siguen hibernando en los estados de México y Michoacán, México, en la Reserva de la biosfera de la Mariposa Monarca, que en 2008 fueron declarados santuarios como Patrimonio Natural de la Humanidad. Curiosamente, su arribo coincide con la celebración del día de los muertos, uno de los días festivos más importantes en México. Durante la celebración anual a los difuntos, se cree que los familiares fallecidos regresan a casa, donde se les honra con banquetes, celebraciones y elaboradas ofrendas. De acuerdo con la leyenda, las mariposas Monarca que llegan a México en estas fechas son en realidad las almas de los fallecidos que regresan a este mundo. Las mariposas Monarca se reproducen durante los meses de febrero y marzo, justo antes de iniciar su migración de regreso al norte pero ninguna de las que parte de México llegará a su destino. Durante cada viaje nacen hasta cuatro generaciones de nuevas mariposas porque la duración de este trayecto excede de la vida de cualquier mariposa que en promedio vive 4 días como huevo, 2 semanas como oruga, 10 días como crisálida y de 2 a 6 semanas como mariposa. La manera en que la especie es capaz de volver a los mismos sitios de hibernación tras varias generaciones sigue siendo un misterio de la naturaleza pero se supone que los patrones de vuelo son heredados. El caso de las Monarca no es único. Desafortunadamente, se calcula que antes de que termine este siglo, entre el 20 y el 50% de todas las plantas y animales vivientes sucumbirán ante la catástrofe ecológica que enfrenta el planeta. Por suerte para las mariposas Monarca aún estamos a tiempo de evitar una catástrofe si exigimos a tiempo que se corrija el problema. Como bien señala el poeta Aridjis, “es una oportunidad histórica para que los tres líderes de América del Norte hagan presencia ecológica salvando una maravilla única de la naturaleza de nuestros países haciendo un espacio en su apretado agenda para la vida. Los negocios siempre se pueden hacer, pero será imposible devolver de la extinción el fenómeno migratorio de la mariposa Monarca. La decisión es ahora o nunca.” *El autor es analista político. Estudió Filosofía en la UNAM. Actualmente escribe en 19 periódicos de 12 países.

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