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La Frontera Invisible

A menos de 3 años de la difícil retirada de las tropas norteamericanas de Irak, el presidente Barack Obama, que tanto se ha esforzado por evitar un nuevo involucramiento militar de Estados Unidos en el mundo, ha ordenado un nuevo desplazamiento de la aviación militar estadounidense en el atribulado país. Según dijo el Presidente, la operación aérea tendrá dos fases. Por un lado, surtirá de víveres y agua a los refugiados Yasidis y Cristianos que ante los ataques del llamado Ejército Islámico de Irak y el Levante huyen de sus ciudades buscando refugio en las montañas, y por el otro intentará detener el avance del ejército del EIIL tanto hacia la región autónoma del Kurdistán en el norte iraquí como hacia la capital, Bagdad. Con estos ataques a las fuerzas yihadistas, dijo Obama, EE UU defiende sus instalaciones diplomáticas y a los estadounidenses que ahí permanecen. Sin hacer mención específica del interés estadounidense en el petróleo que abunda en el área, Obama sí dijo que otra de las razones del despliegue militar es la defensa de sus intereses. Respecto al primer punto no hay duda que Obama entiende que está en manos de Estados Unidos evitar un nuevo genocidio. La única forma de detener una verdadera catástrofe humanitaria es deteniendo el avance de las fanáticas fuerzas armadas de EIIL que destruyen a todo aquel que no comparte su dogmática visión del mundo. También hace bien ordenando la derrama de víveres y agua a los refugiados que huyen de los yihadistas. En la referencia a la defensa de los intereses de EE UU en la región es evidente que, sin excluir la protección de los estadounidenses, estos van más allá de la defensa de sus intereses petroleros y tienen que ver con el imperativo estratégico de impedir el avance y la consolidación de EIIL en el corazón de Oriente Medio. Si este fortalecimiento de las fuerzas yihadistas llegara a suceder, no solo EEUU estaría en peligro de ser atacada desde esa base sino que todos los países del área y el resto de países de occidente que no comulgan con las ideas de EIIL quedarían en una posición muy vulnerable. La debilidad de la decisión del presidente Obama es que no resuelve el problema a largo plazo y a lo más a lo que puede aspirar es a contener el avance de los yihadistas. Por otro lado reconoce, acertadamente, que la resolución del conflicto dependerá de los iraquíes y de los países vecinos. El gobierno de Obama sabe que con invasiones militares no se construyen instituciones sólidas y duraderas. En Estados Unidos, mientras tanto, la decisión del Presidente ha sido criticada sobre todo por los políticos desmemoriados que en los programas de contenido político de los domingos por televisión ahora claman que el responsable del surgimiento de EIIL es Obama por no haber actuado con mayor firmeza contra este grupo cuando todavía no adquiría tanta fuerza. Convenientemente se olvidan que Irak ha sido un pantano impenetrable para los cinco últimos presidentes que ha tenido el país. En la década de los 80’s Ronald Reagan, Dick Cheney y Donald Rumsfeld se aliaron a Saddam Hussein para derrotar a los Ayatolas Iraníes y solo crearon el caos. Luego fue George H. W. Bush quien se inventó que Hussein, el antiguo aliado, no cabía en el “Nuevo Orden Mundial” que en el Golfo Pérsico garantizaría EE UU y sentó las bases para un nuevo desorden. Bill Clinton mantuvo las sanciones en contra de Hussein que de poco sirvieron. Luego vino George W. Bush quien desencadenó el caos en Irak que hoy amenaza a toda la región. Hoy le toca a Obama lidiar con el problema corregido y aumentado. Pero no se piense que la región sería un vergel si tan solo Estados Unidos no hubiera intervenido. Las debilidades institucionales del mundo árabe y de su sociedad civil son enormes y muy difíciles de superar. No existe una prensa crítica ni una academia independiente; la expresión artística es restringida por las autoridades políticas y religiosas. No se permite la existencia de partidos políticos y sus estructuras políticas alientan el autoritarismo que ha facilitado la implantación de todo tipo de dictaduras. Tanto las de viejo cuño como las que rigen en Arabia Saudí y ahora otra vez en Egipto, como las religiosas que mandan en Irán o las incipientes como la que quieren establecer los miembros del EIIL. Para Obama no hay buenas opciones salvo en el frente humanitario. Lanzarles agua y víveres a los refugiados desde los aviones de la fuerza aérea es lo correcto. Y es cierto también que con los bombardeos se dilata el avance de los yihadistas pero no se les derrota. Volver a mandar tropas estadounidenses después de una ocupación de una década que fracasó estrepitosamente es impensable. A pesar de la alharaca de halcones militaristas como John McCain o Marco Rubio, la inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses se oponen vigorosamente a una nueva intervención militar que implique el desplazamiento de tropas a suelo iraquí. Le corresponde a los iraquíes defender su país y a Estados Unidos continuar su lucha para evitar una repetición de los atentados terroristas del 11 de septiembre en su territorio. El autor es analista político. Estudió Filosofía en la UNAM. Actualmente escribe en 19 periódicos de 12 países.

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