Tijuana, ayer y hoy
En la historia de Tijuana, el transporte público ha sido una de sus asignaturas pendientes, es decir en la que los ayuntamientos han sido reprobados. El transporte público es una responsabilidad constitucional de los municipios. Éstos tienen la facultad de recibir la colaboración de los particulares, a quienes se les dan concesiones y permisos para prestar el servicio, en combinación con el Estado que expide las licencias correspondientes. Desde siempre, en Tijuana, el servicio ha sido deficiente, caro e inseguro. La autoridad, nunca ha podido controlar totalmente a los prestadores particulares de este servicio. Incluso los medios le han dado en llamar el “pulpo transportista”. La verdad es que entre los transportista hay de todo, como en toda empresa de la iniciativa privada. Personalmente tuve la oportunidad de conocer a transportistas honestos y bien intencionados, que hacen esfuerzos por ofrecer buen servicio y unidades decorosas y dignas. ¿Qué pasa entonces? Que la autoridad secularmente, en especial el Cabildo de los últimos diez ayuntamientos, no le ha entrado al problema y muchos regidores y funcionarios mayores y menores, se beneficiaron subrepticiamente a través de terceras personas de las irregularidades del servicio. Además la fuerza de combate a taxis piratas e invasión de rutas, constituida por los agentes de Vialidad y Transporte, es diez veces menor de la necesaria, para combatir el desorden. Así no se puede. ¿Se podrá en un futuro? Hay apoyo federal, falta inteligencia Desde la infausta “Guerra” de Calderón, involucrando a las fuerzas armadas, sin un plan ni alternativa real de reingeniería de las policías estatales y municipales, hemos visto al Ejército y Marina en nuestras ciudades, con aparatosos retenes, que tano molestan a la población y que dan la impresión a propios y extraños de vivir en un “estado de sitio” alterando las cotidianas formas de convivencia, sin que a la postre se modifiquen sustancialmente las condiciones de inseguridad y delincuencia. Se detienen algunos pececillos distraídos que se atoraron en la red del retén, pero hasta ahí. Actualmente se han enviado cientos de refuerzos más. Pero la delincuencia sigue, con bajas de algunos puntos porcentuales… nada significativo en realidad. ¿Qué falta? Inteligencia. Es decir, planear antes de empezar a trabajar. El combate a la delincuencia organizada debe estar integrado por tres elementos: a) prevención. b) persecución inteligente de los delincuentes y c) readaptación de aquellos que tengan factibilidad de ser reinsertados a la vida comunitaria. Sin estos tres elementos no se va a ninguna parte. Además se debe tener el involucramiento de los tres órdenes de gobierno. Los jefes federales (FGR, Jueces, y comandantes), el gobernador (y sus subalternos) y los alcaldes, no pueden dormirse en sus laureles. Su tarea más importante hoy, es recuperar el gobierno de las ciudades, en manos de la delincuencia. Lo demás no vale, ni tiene respeto. * El autor es catedrático de la Universidad de Tijuana, Cronista de la ciudad.
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