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Ser feliz

“Somos lo que Hacemos”.

Encontrarse con la gente que uno más quiere, abrazar a los amigos, una buena plática, disfrutar de la comida de mamá, tener un buen libro entre las manos; entregarse a lo que uno ha definido como su proyecto de vida; saberse pleno sin esperar nada a cambio, reconocerse en la posibilidad de una entrega infinita, desinteresada, como la sonrisa de un niño pequeño, o, como cuando al llegar a casa reconocemos la inmensa alegría de nuestra mascota al descubrir el regalo que implica la cotidianidad de nuestra presencia.

La felicidad es subjetiva, no hay receta alguna que la asegure, y resulta que algunas veces nos negamos la posibilidad de ser felices cuando privilegiamos los fines sin importarnos los medios; cuando es precisamente eso, ser feliz, el fin que determina la realización de nuestros días; la felicidad es la realización intrínseca de la existencia personal, por ello la verdadera felicidad tiene que ver con lo que trasciende nuestra cotidianidad.

Me he tomado un par de días para recorrer la península en motocicleta, siento el viento en la cara y me reconozco feliz por lo que soy y por la oportunidad de tener lo que tengo, la plenitud de saberme sano, de procurar ser una persona de bien que ha sido bendecido por la vida y por mi trabajo; soy inmensamente feliz por tener en mi vida a Francisco, con el que río y juego todo el tiempo para redescubrir juntos que la simplicidad es la llave que nos permite disfrutarnos; no me imagino entender mi felicidad si no encuentro la misma en su sonrisa.

Isabella, mi hija, quien tiene la sonrisa más bonita del mundo, me ha hecho sentirme no sólo feliz sino realizado; me asumo como el hombre más afortunado por haber tenido la bendición de que ella haya llegado justo cuando Alejandra, su madre, decidió que el plural sería nuestra definición; nunca más un tú, nunca más un yo, sino un nosotros. Emiliano el guerrero que nos dio el regalo de ser sus padres para tiempo después abrir sus alas y volar con la sonrisa más grande del mundo, si, esa que sólo la felicidad de saberse libre del dolor pueda dar.

Uno tiene la posibilidad de querer montones a pocas personas; pero si la vida te da el regalo de tener ocho hermanos uno es estúpidamente feliz, sí, tanto que muy pocos tienen la capacidad de imaginarlo; bueno, ahora imagine vivirlo, sí, intente sentirse el hombre más feliz del mundo cuando la vida le ha dado la oportunidad de ver a ocho hermanos y babear por ellos, no sólo por el hecho de haber coincidido con ellos en este tiempo, sino por admirarlos como yo los admiro por ser hombres y mujeres excepcionales, no sólo por sostener un pabellón de niños quemados como lo hace Zarina, o por dar lecciones de vida como Gaby a gente que seguramente no volverá a ver en su vida, sino por su entrega y constancia diaria como lo hacen Natalia, Jorge, Juan, Paulo, Carlos y Bruno, que decidieron hacer de sus días un testimonio diario de lo que es la felicidad, que no es otra cosa que la de cumplir con la tarea diaria de ser feliz.

* El autor es empresario y ex dirigente de Coparmex Mexicali.

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