La sana distancia
<em>“Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los <br />principios a la ética de las responsabilidades.”</em><br />Felipe González Márquez
Se trata de una frase que acuñara el presidente Zedillo, al establecer una regla de conducta política en relación con el partido que lo llevó al poder en 1994, pues anteriormente era común que el presidente en turno metiera mano en el PRI e incluso hiciera “enroques “entre funcionarios de ese partido y el propio gabinete de gobierno.
Vale la pena comentar que aquella frase fue pronunciada en un escenario en el que el esquema de “partido-gobierno” o “partido de Estado”, se estaba resquebrajando, al mismo tiempo que el Dr. Zedillo no contaba con todo el apoyo de su instituto político como sí ocurría en sexenios anteriores, tiempo en el que el Jefe del Ejecutivo era, por así decirlo, el titular también de su partido.
Efectivamente, el PRI desde sus inicios en 1929, siembre fue una auténtica agencia de colocación para el gobierno en turno y sin recato alguno intercambiaban cuadros de uno y otro lado, demostrando que el partido era una oficina mas del gobierno. Esto fue matizándose un poco hasta llegar al gobierno del presidente Zedillo, que fue el primero en perder la mayoría en la Cámara de Diputados en 1997, por lo que su relación con su partido fue fría y muchas veces de confrontación.
Años después, al arribo de Acción Nacional en el 2000, la frase se cambia por la de “sana cercanía”, al referirse al hecho de que el gobierno del presidente Fox y su partido tendrían una relación mas cordial en la que aspiraban a un intercambio sano de puntos de vista entre partido y gobierno.
Felipe Calderón, como candidato utilizó una frase similar, señalando: “ganemos el poder sin perder el partido”, ya que la tentación de fundir el gobierno con el partido debería lograrse con base al respeto, por lo tanto, se debería dar una separación del gobierno con el partido y viceversa, sin embargo, a la asunción del presidente Calderón las cosas fueron distintas, especialmente porque todo mundo se dio cuenta que desde la presidencia maniobró para cambiar presidentes del PAN hasta conseguir la estructura que le serviría a sus objetivos.
Prueba de ello es que durante su gobierno hubo 4 presidentes (Manuel Espino, Germán Martínez, Cesar Nava y Gustavo Madero), los cuales intercambiaba con posiciones de gobierno y en ocasiones, como le ocurrió a Espino los mandaba al ostracismo político.
Peña Nieto tuvo a 6 presidentes del PRI, repitiendo las viejas costumbres de antaño de mezclar el partido y el gobierno.
En el caso de MORENA, si bien han tenido ya 3 presidentes durante los primeros 3 años del sexenio del presidente López Obrador (Yeidckol Polevnsky, Alfonso Ramírez Cuellar y Mario Delgado), se ha logrado una relativa separación entre partido y gobierno, aunque, bajo cuerdas, las cosas sean muy diferentes.
Ojalá que con los años no se repita la historia de “simbiosis política” en la que se mezclen intereses y contubernios, lo que me recuerda la famosa frase de Ronald Reagan que decía que: “…. la política es la segunda profesión más antigua, sin embargo, me estoy dando cuenta de que cada vez se parece más a la primera”.
*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.
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