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Corrupción y clase política mexicana

México es un gran país, siempre se le había considerado el hermano mayor de Latinoamérica. Un ejemplo de paz y tranquilidad.

México es un gran país, siempre se le había considerado el hermano mayor de Latinoamérica. Un ejemplo de paz y tranquilidad. Su gente única en el mundo, alegre y trabajadora, con una riqueza natural y su cultura de gran legado para la humanidad, dotado de mares, ríos, praderas, desiertos, que la naturaleza nos favoreció y nos bendijo para hacerla producir, para explotarla racionalmente. País diverso, en culturas y tradiciones, un mosaico de manifestaciones gastronómicas que han sido reconocidas en todo el mundo.

Durante mucho tiempo se consideró a México como un modelo económico a seguir, después de años de crecimiento económico, sobre todo de la etapa muy famosa del “desarrollo estabilizador”. Con una economía emergente, quizás la más adelantada de la región, en su momento de Latinoamérica que lograría salir del subdesarrollo. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde perdimos el camino? Países que están transitando a pasos agigantados, que fueron considerados como rezagados como Japón, China, Singapur, Corea, todos ellos miembros del “tigre asiático” dieron el salto cualitativo al poner a sus sociedades en la vía del desarrollo económico. Hoy son ejemplo en el mundo ya que la prosperidad ha sido edificada con educación y salud, pero sobre todo con trabajo y disciplina

No hay duda, que el problema principal de nuestro país, es la corrupción, así lo reconocen políticos, gobernantes y académicos, sin embargo, hasta ahora, se han realizado promesas que han sido incumplidas para terminar con este flagelo que corroe a las capas sociales más desprotegidas y marginadas. El atraso, la corrupción y la falta de educación de los políticos se refleja tanto en la organización de los partidos como en sus funciones legislativas, creando en los ciudadanos un desdén hacia la "élite gobernante" y un "desprecio general por la política". Esta situación se la ha ganado la clase política después de ver los grandes fracasos por sacar de la marginación y la pobreza al país, a pesar de ser nuestro país inmensamente rico en recursos naturales.

Siempre se ha sabido que existen políticos honestos en todos los partidos, pero son la gran excepción a la regla, pero que siendo los menos, difícilmente pueden incidir y modificar el comportamiento de una clase política “ladrona” que busca el poder para enriquecerse y no para servir a quienes los eligieron. La demanda de terminar con la pobreza, no es nueva, es ancestral, todos los partidos y políticos la utilizan como “narrativa” para ganar adeptos y obtener el triunfo en las urnas, pero después se les olvida. En ese sentido, la corrupción ha bloqueado el desarrollo económico y social de la población. El combate a la pobreza está presente en el país y no es con “dádivas” o con presupuesto electoral como vamos a salir adelante, el gobierno debe utilizar el gasto público para fomentar el empleo. Sería preferible otorgarle a la gente créditos a la palabra para que invirtieran en microempresas y hacerlos productivos y no una clase “parasitaria” que hoy “carcome” recursos del erario y solo estira la mano para pedir más.

Asimismo, existen en el país dentro y fuera de los partidos grupos con ideas innovadoras, conscientes de los problemas sociales, pero que, al realizar planteamientos nuevos, estos entran en conflicto con otros sectores "conservadores" y "tradicionales", interesados en evitar cambios en el “statu quo” y en la manipulación a corto plazo para lograr beneficios electorales". "La clase política no ha estado a la altura de las circunstancias", de lo que requiere el país. Únicamente han llegado al poder políticos mentirosos, manipuladores, sin principios ideológicos, carentes de ética y moral. Hoy en día la ideología, es que no hay ideología, más que la del dinero. Los principios ideológicos de los políticos se “extinguieron”. Saltan, de un partido a otro como “chapulines”, sin ningún “rubor” para luego decir, que ellos terminarán con la pobreza. Por ello, todo mundo reconoce que nuestro país tiene una "clase política de bajo nivel, élites políticas que se han ganado el desprecio de gran parte de la población, y se lo han ganado a pulso". Hoy nos encontramos en una “encrucijada”, no sabemos a quién irle, la clase política nos quedó a deber y pensábamos que con los que hoy nos gobiernan se erradicaría la corrupción. ¡Oh, qué decepción!

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