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¿Sinceridad o grosería?

No te confundas, eso de ser polémico o autodefinirse como “es que soy demasiado sincero” es una farsa que muchos se tragan. Hay grandes diferencias entre sinceridad y grosería, así como hay diferencias entre ser hipócrita y prudente.

No te confundas, eso de ser polémico o autodefinirse como “es que soy demasiado sincero” es una farsa que muchos se tragan. Hay grandes diferencias entre sinceridad y grosería, así como hay diferencias entre ser hipócrita y prudente.

Al grano: la diferencia entre sinceridad y grosería está en la intención. Si tu intención está enfocada hacia la transparencia y a corregir por amor, entones se llama caridad y eso está perfectamente justificado, pero si tu intención es hacer sentir mal a otros o ridiculizarlos entonces estás siendo un vulgar grosero.

Lo mismo pasa con la hipocresía y la prudencia, La hipocrecía es el deseo de agradar pensando en el beneficio propio, es egoismo y falsedad, es fingir algo que no sientes y es tener miedo de decir lo que se piensa por temor a ser mal visto.

La prudencia, en cambio, es amabilidad, educación acompañada de empatía y un sincero interés por privilegiar un clima de tranquilidad, amistad, paz y diálogo. Ojo, esto no significa que debas callarte ante una injusticia, perfectamente puedes intervenir con firmeza pero con sinceridad en tus acciones y siempre pensando en corregir para el bien de todos, no de tu lucimiento personal. La línea es muy delgada.

Ahora bien, también es cierto que del debate se obtienen grandes beneficios, sobre todo cuando este se enfoca, tiene orden y las partes enganchadas se respetan. Provocar polémica es bueno pero siempre que la intención sea aprender, conocer, descubrir, pensar y generar algo positivo. Mientras sea para profundizar divisiones, ridiculizar, insultar o ganar por ganar, entonces no. Muchos gozan de ello, es como un fetiche que desnuda sin incapacidad por construir relaciones afectivas y compromisos de largo plazo. Es gente que confunde la amistad sincera con el interés común.

Hace unos días, el Harvard Business Review publicó un artículo del Dr. Todd B. Kashdam, profesor de la Universidad George Mason. En este artículo se comparten 7 reglas para aquellas personas que tienden por naturaleza a ser disidentes o polémicos. Estas son:

1.- Demuestra siempre cómo tu trabajo, opiniones y acciones siempre han estado enfocadas en beneficio del equipo.

2.- Demuestra que tu interés es el crecimiento y el mejoramiento del equipo, que tu estás al último y no en el lucimiento principal.

3.- Se creativo con estar demostrando constantemente un sincero interés por la organización y no del beneficio personal.

4.- Toma decisiones con base en información objetiva, no en chismes o apreciaciones personales.

5.- Enfrenta los obstáculos y asume tú los riesgos, no pongas a los demás enfrente del problema.

6.- Promueve la colaboración, el trabajo en equipo bien enfocado genera mejores resultados.

7.- Pide ayuda. No creas que las puedes todas, reconocer que no sabes o no puedes también da un mensaje de honestidad al equipo y a la organización en la que colaboras.

No es fácil ser disidente y administrar correctamente la polémica, sobre todo cuando cuestionas creencias aceptadas o pones en duda tradiciones de mucho tiempo. Estas 7 reglas de Kashdam no son garantía de éxito, pero sin duda lograrán que el consenso prevalezca y el intercambio de ideas hagan más ricas y atinadas tus decisiones.

*- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.

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