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Corcholatas vs. Taparroscas: el circo

Nos encontramos una vez más en la encrucijada del circo electoral.

Nos encontramos una vez más en la encrucijada del circo electoral. Por un lado, las denominadas (por su jefe, el presidente) “corcholatas” de Morena, y por el otro, la oposición que se jacta de ser los “taparroscas”. Ambos nos ofrecen promesas de cambio y mejoras, pero ¿qué es lo que realmente está en juego?

1. Una gravísima polarización: La creciente polarización entre estos dos frentes nos arrastra a un debate inútil y agotador. El “estás conmigo o contra mí” ya es un guion trillado. Esta fragmentación política distrae de los verdaderos problemas, y la ciudadanía merece más que un simple juego de etiquetas.

2. Intervención estatal desmedida: Por mucho que un partido u otro hable de beneficios y de salvaguardar derechos, el poder absoluto no es amigo de la democracia. El Estado no debe ser un titiritero que juega con las vidas y destinos de sus ciudadanos, sino un garante de sus derechos, de ahí la importancia de defender al INE aún con sus defectos. A todos nos conviene un árbitro lo más justo posible.

3. El tufo a socialismo: Y aquí vamos con el viejo cuento del socialismo como solución. Históricamente, ha demostrado ser más una idea romántica que una solución efectiva. La gestión pública no debe basarse en utopías, sino en políticas concretas y viables que atiendan las necesidades reales. Y sí, estoy 100% a favor de apoyar a los más necesitados, estoy 100% a favor de que existe un rezago social urgente por atender, pero no a cambio del futuro de otros que sí han logrado salir adelante por méritos y esfuerzo propio. El balance es la clave, como en todo… balance.

4. Inseguridad desbordada: No podemos olvidar el monstruo de mil cabezas que se ha arraigado en nuestra patria. La delincuencia organizada y los cárteles del narcotráfico campean a sus anchas, haciendo de nuestras calles su campo de batalla. Mientras la política se convierte en un espectáculo de acusaciones y descalificaciones, nuestros jóvenes son reclutados y nuestras familias viven en el temor de salir a la calle y ser alcanzados por una bala perdida o, en el mejor de los casos, un robo a mano armada.

5. Participación ciudadana: Por último, pero no menos importante, la verdadera fuerza de cambio radica en la ciudadanía. Es hora de que dejemos de ser simples espectadores del circo electoral y nos convirtamos en actores principales. Nuestro voto no es solo una cruz en una boleta, es la expresión de nuestro deseo por el México que nos merecemos.

Antes de dejarnos arrastrar por el circo de los “corcholatas” vs. “taparroscas”, recordemos que la verdadera esencia de la política debe ser el ciudadano, la persona; no el Estado o el partido. No caigamos otra vez en la trampa de la división, ni la alentada por el púlpito de Palacio Nacional ni la de la oposición. Es el momento de exigir soluciones porque los candidatos están listos para salir al escenario para buscarnos por todos lados y pedirnos nuevamente el voto. Tercera llamada… comenzamos.

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