El complejo rol de Qatar como mediador para liberar a los rehenes secuestrados por Hamás
Qatar ha sido en el pasado un actor clave en negociaciones de Medio Oriente. Pero la mediación por la liberación de más de 200 rehenes secuestrados por Hamás en Israel es una tarea muy complicada.
El secuestro de más de 200 rehenes en el sur de Israel perpetrado por Hamás el 7 de octubre ha colocado a Qatar en el punto de mira diplomático. El destino de los civiles está, hasta cierto punto, en manos del pequeño Estado del Golfo Pérsico.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que Qatar está cumpliendo un papel único como principal mediador entre Israel y su archienemigo Hamás.
Tanto el presidente de EE.UU., Joe Biden, como el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, han agradecido a Qatar y su emir gobernante por su papel actual en la negociación de la libertad de cuatro rehenes. El miércoles, el asesor de seguridad nacional de Israel se sumó al agradecimiento.
Qatar confía en que con tiempo, paciencia y persuasión, podrá negociar la liberación de decenas de rehenes más en los próximos días, aunque cualquier incursión terrestre israelí en el territorio palestino de Gaza haría esto mucho más difícil.
Lo más probable es que entre estos rehenes, aseguran funcionarios qataríes, haya no israelíes y otros que tengan doble nacionalidad.
Se espera que Hamás busque retener a los militares israelíes que secuestró con la esperanza de intercambiarlos por prisioneros palestinos en cárceles de Israel.
Pero esto también conlleva graves riesgos para Qatar.
A medida que han surgido los horribles detalles del ataque de Hamás a Israel, algunos se preguntan por qué este aliado occidental en Medio Oriente, que alberga una base militar estadounidense, está proporcionando un espacio al ala política de una organización proscrita como terrorista por Reino Unido, Estados Unidos y otros.
Si los esfuerzos de Qatar en el futuro resultan en gran medida infructuosos, entonces su posición en Occidente se verá afectada y podría surgir presión sobre Qatar para que cierre esta oficina en su territorio.
La oficina de Hamás en Doha
Decir que estas negociaciones sobre los rehenes son delicadas sería quedarse corto.
Israel todavía se está recuperando de los horribles ataques de Hamás en ese fatídico día del 7 de octubre, cuando hombres armados irrumpieron en su territorio, tras atravesar la valla fronteriza, matando a unas 1.400 personas.
Gaza es el hogar de 2,3 millones de palestinos y del ala militar de Hamás, que gobierna el territorio desde 2007.
la Franja ha sido golpeada por más de dos semanas de ataques aéreos israelíes casi ininterrumpidos, que han matado a más de 5.000 personas hasta el momento, según el Ministerio de Salud de Gaza dirigido por Hamás. La ONU pide un alto el fuego urgente.
Israel ha prometido destruir a Hamás, considerada organización terrorista por Reino Unido, Estados Unidos y otras naciones. No es de extrañar entonces que ambas partes necesiten un mediador.
Entonces, ¿cómo funcionan estas negociaciones sobre rehenes?
Qatar alberga la dirección política de Hamás, que tiene una oficina en la capital, Doha, desde 2012, encabezada por su líder Ismail Haniyeh.
En medio de los relucientes rascacielos de cristal y acero de la moderna Doha, funcionarios de Hamás se han estado sentando con diplomáticos qataríes del Ministerio de Asuntos Exteriores para trabajar en la compleja cuestión de la liberación de rehenes.
Me han dicho que los mediadores qataríes no son nuevos en esto.
Pertenecen a un departamento gubernamental especial que supervisa la relación con Hamás en Gaza y que ha permitido a Qatar pagar cientos de millones de dólares anualmente para mantener en funcionamiento la infraestructura y la administración pública de Gaza.
Muchos de los funcionarios qataríes han estado en Gaza y son bien conocidos por altos funcionarios de Hamás.
A diferencia de sus vecinos del Golfo, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, Qatar no tiene una relación diplomática formal con Israel, aunque en los años 1990 sí albergó una oficina comercial israelí.
Pero existen comunicaciones por canales secundarios y en momentos clave, durante las discusiones sobre los rehenes, los funcionarios qataríes han podido hablar por teléfono con sus interlocutores israelíes.
Una tarea complicada
Hay muchos factores en juego aquí.
Hamás parece ganar poco con la liberación de sus rehenes, pero la organización, acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica, ya ha sido criticada por secuestrar a mujeres y niños. Esto, dice un alto príncipe saudí, Turki al-Faisal, va en contra de los mandatos islámicos.
Algunos analistas creen que Hamás quiere deshacerse de esos rehenes, y posiblemente también de todos los extranjeros, más temprano que tarde. "Es una mala imagen para ellos", afirma Justin Crump, de la consultora estratégica Sibylline.
Señala que mantener en secreto la ubicación de tantos rehenes para Israel, así como alimentarlos y cuidarlos durante una guerra, debe ser un desafío logístico importante para Hamás.
Sin embargo, los funcionarios qataríes dicen que la liberación de rehenes le da tiempo a Hamás.
Con tantas familias en Israel y en otros lugares desesperadas por conseguir la liberación de sus seres queridos por medios pacíficos, la presión aumenta sobre el gobierno israelí para que retrase su tan anunciada incursión terrestre en Gaza.
En general, se da por sentado que, cuando comience, se dejará de hablar de ello.
El reto de la entrega
Luego está la mecánica de las liberaciones.
Como era de esperar, Hamás los ha mantenido escondidos en túneles subterráneos. Los pocos que han sido liberados han sido entregados al Comité Internacional de la Cruz Roja.
Pero trasladar hasta 50 personas o más, como se ha mencionado, requeriría una pausa en los casi implacables ataques aéreos. A Hamás le gustaría convertir esa pausa en un alto al fuego.
Pero el gobierno israelí de Benjamín Netanyahu ha prometido seguir adelante con esta guerra hasta que Hamás sea destruido y, por lo tanto, se muestra reacio a conceder al grupo algún tipo de respiro.
Y en esto no es la primera vez que Qatar emerge como un mediador útil.
Durante años albergó una embajada de facto de los talibanes cuando el grupo militante estaba fuera del poder en Afganistán. Recuerdo haber informado sobre ello en 2013, cuando los talibanes enfurecieron al gobierno afgano en Kabul al izar su bandera blanca dentro de su complejo en Doha.
Aunque Estados Unidos y sus aliados estaban en guerra con los talibanes, en realidad le convenía a Washington tener una puerta donde encontrarlos para hablar, lo que resultó en el controvertido acuerdo de paz de 2020 que condujo a la caótica retirada occidental de Kabul al año siguiente.
Los residentes de Doha solían destacar la extraordinaria visión de los comandantes talibanes corpulentos y con espesas barbas, vestidos con su shalwar kameez, llevando a sus esposas a comprar a las últimas boutiques de moda occidentales en los centros comerciales con aire acondicionado de Doha.
En Irak y Siria, los qataríes han utilizado sus bien conectados contactos de inteligencia para asegurar la liberación de ciertos rehenes en poder del autodenominado Estado Islámico (ISIS).
Más recientemente, este año Qatar negoció el regreso a sus familias de cuatro niños ucranianos que supuestamente habían sido secuestrados por Rusia, tras una solicitud de Ucrania para que Qatar mediara con Moscú en su nombre.
Todo esto convierte a Qatar en un socio valioso para muchos países, algunos de los cuales han estado acercándose metafóricamente a su puerta mientras buscan su ayuda para sacar a su gente de Gaza.
Pero Qatar ya caminaba por una curiosa cuerda floja diplomática incluso antes de esta crisis.
Que salga bien de este conflicto dependerá en gran medida de si puede lograr reducir la grave situación en Gaza y cumplir con sus esfuerzos para asegurar la liberación de tantos rehenes como sea posible.
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