Solos, sin ningún apoyo
Cuando los pobladores de Texcaltitlán, Estado de México, decidieron vengarse de los sujetos que los extorsionaban, nunca pensaron que las consecuencias iban a ser peores para ellos.
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Cuando los pobladores de Texcaltitlán, Estado de México, decidieron vengarse de los sujetos que los extorsionaban, nunca pensaron que las consecuencias iban a ser peores para ellos. Creyeron que la unión de todos tendría efectos positivos en los miembros de los grupos que los extorsionaban, pero la realidad es que ahora están recibiendo la venganza despiadada del crimen organizado, solos. No tienen el respaldo gubernamental. Los tres niveles de gobierno los han abandonado a su suerte y ésta es muy mala. Los hechos han transcurrido de manera significativamente peor para la población. En las horas posteriores a los acontecimientos, varias familias trataron de escapar del poblado, temiendo ser atacados por el crimen organizado, huyendo en la oscuridad. Sin embargo, fueron detenidos en retenes colocados entre los caminos, y al menos 14 personas fueron secuestradas sin que hasta la fecha se sepa nada de ellas. Con esto, en lugar de mejorar se ha empeorado la situación.
La impotencia, la desesperación, el hartazgo, la impunidad y el valemadrismo de las fuerzas policiacas y el ejército, han sido las respuestas que ha obtenido la población de este municipio. El coraje con el cual se defendieron y las acciones civiles de resistencia de todos los habitantes de este poblado, no han podido sensibilizar a quienes están obligados a protegerlos. Ahora la situación se ha complicado porque la escasez de recursos para la autodefensa, más el temor creciente de las familias que saben que deben protegerse solos, los han situado en estado de emergencia alarmante. Los pobladores han estado recibiendo llamadas telefónicas en las cuales, el crimen organizado les ha estado pidiendo que les entreguen a cuatro campesinos, a los cuales señalan como los responsables de los hechos contra ellos, como la única manera de que recuperen a sus familiares secuestrados.
De la misma manera, pero en otras circunstancias, el resto del país enfrenta a los extorsionadores que actúan impúnemente en muchísimos sitios del país. Dadas las altas tasas de corrupción en los organismos encargados de la persecución de los delincuentes, que se han constituido como cómplices, las posibilidades de que este delito no se concretice, son mínimas. Por el contrario, de haber iniciado como un delito contra la burguesía de las grandes metrópolis, ahora este afecta a las comunidades de todas las clases sociales. Por consiguiente, los ciudadanos estamos a punto de tener que pagar impuestos formales al fisco, e informales a los extorsionadores. No cabe duda de que el país se está diversificando.
Los senderos de la injusticia crecen y cada vez son más innovadores. Surgen métodos novedosos de contactar y de definir las formas de pago que cada individuo debe utilizar. Me imagino que, siendo tan descarados como lo son, algunos criminales ya deben estar recibiendo sus pagos por medio de transferencias. También es de nueva adquisición, el cobro que se les hace a los comerciantes del sector informal, que, aunque vendan cantidades ínfimas, ya han de estar siendo esquilmados por los abusivos extorsionadores.
No veo la forma de cómo hacer entender a los funcionarios públicos y a los miembros de las fuerzas de seguridad pública, que ellos son los quienes tienen la responsabilidad de aprehender a los delincuentes. Que a ellos les corresponde enfrentar a los criminales e imponer las leyes que nos hemos dado. Pero como no hay forma de que respondan a sus obligaciones, entonces los ciudadanos estamos buscando cómo resolver lo que nos tiene ya cansados y estresados. Por consiguiente, seguirán apareciendo personas que tomen la justicia en sus manos y enfrenten, con todas las consecuencias posteriores, a quienes van delinquiendo impúnemente por nuestras calles y colonias. Ya este clima de inseguridad se está tornando en enfrentamiento de ciudadanos contra la delincuencia organizada. Los obligados ya no solo voltearon la cara para no ver los delitos, sino que ahora son tapaderas de quienes los cometen. Tal como le está sucediendo a los habitantes de Texcaltitlán, así le pasará a cada una de las comunidades que tomen la justicia en sus manos: serán dejados solos enfrentando la delincuencia. Vale.
* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC
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