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Jugar Sim City

“Aquella teoría que no encuentre aplicación práctica en la vida, es una acrobacia del pensamiento.” Swami Vivekananda

Se trata de un juego que hace más de 20 años me resultaba muy interesante y de gran realismo. Consiste en crear una ciudad de la cual uno mismo se convierte en el “Mayor” o alcalde y que tiene una serie de variantes que permiten que la ciudad vaya creciendo. Se establece un presupuesto anual, el cual se puede modificar a voluntad y se tienen fondos para ser invertidos como cada quien considere, ya sea en infraestructura, la cual es muy variada, pues va desde la pavimentación de calles, hasta el establecimiento de modernos aeropuertos, estadios deportivos, redes de ferrocarril urbano, etc.

También se puede invertir en viviendas, áreas industriales y desde luego en estaciones de bomberos y de policía. El juego le manda a uno señales de lo que la misma ciudad va requiriendo, se pueden hacer encuestas, las cuales reflejan el sentir ciudadano y nos da un margen de aprobación o rechazo. Si no se invierte una buena cantidad en mantenimiento de infraestructura, poco a poco vemos cómo se deterioran las calles y obviamente si no hay presupuestos adecuados para seguridad pública o bomberos, las reacciones son casi inmediatas pues se propagan los incendios y al crecer la inseguridad pública el juego lo refleja con un decrecimiento poblacional producto de que nuestra ciudad al ser insegura hace que sus moradores se muden a otras poblaciones, pero al decrecer la población también decrece el ingreso que por la vía de los impuestos recibimos.

En el Sim City, todo cambia constantemente, ya que en función de las inversiones que hagamos en la ciudad y lo reducido de sus impuestos, nuestra población va creciendo y en esa medida podemos recaudar más recursos tributarios, aunque hay momentos en que la población se queja de contaminación o de la necesidad de contar con un aeropuerto y si no se van resolviendo sus demandas el riesgo es el descontento ciudadano que puede desencadenar en un éxodo de la ciudad o en algunos casos hasta en la caída de su gobernante.

Traigo a colación este juego, pues hace poco más de un mes se aprobaron los presupuestos tanto el federal como el de Baja California y en ambos se establecen incrementos impositivos para ser destinados a puro gasto social y casi nada en infraestructura que reactive la economía, sin embargo lo que logran son más votos tan necesarios para el verano del 2024.

Para muestra de la incongruencia, diremos que en la Ley de Ingresos de Baja California 2024, el rubro de infraestructura solo tiene asignado 1,900 millones de pesos, mientras que para bienestar se contemplan 4,600, siendo la tercera cifra más alta, después de educación y salud.

El hecho es que pareciera que nuestros políticos, nunca en su vida jugaron “Sim City” y por lo tanto no conocen que al aumentar los impuestos en un momento de recesión económica provoca que más personas abandonen la economía formal y que otros terminen quebrando o cerrando fuentes de empleo, por lo que en lugar de crecer la recaudación, el efecto será todo lo contrario.

Valdría la pena pues, que nuestras autoridades y los legisladores, por lo menos practiquen jugando “Sim City” para que ojalá el siguiente año aprueben presupuestos más creativos y realizables y no solo piensen que regalando dinero, la economía florecerá por arte de magia.

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