1923 y la publicación de Palos de ciego
Hace ya cien años, hubo un suceso de primera importancia en Baja California: se publica el primer poemario de un autor bajacaliforniano con temas de nuestra región.
Hace ya cien años, hubo un suceso de primera importancia en Baja California: se publica el primer poemario de un autor bajacaliforniano con temas de nuestra región. El honor le corresponde al escritor Facundo Bernal López, poeta sonorense residente en Mexicali desde 1915. El poemario, titulado Palos de ciego (1923) inaugura la poesía urbana en nuestra entidad y consolida la imagen de Mexicali, la ya entonces capital del Distrito Norte de la Baja california, como una ciudad hecha y derecha. Y es que este libro esencial para la literatura nacional es una especie de crónica pormenorizada de eventos sociales y deportivos, asambleas políticas, corridas de toros, fiestas de carnaval, teatro y zarzuela, así como funciones cinematográficas que dan el tono y colorido a una sociedad de frontera como la nuestra. En sus páginas se da cuenta de los problemas y conflictos de la vida fronteriza con versos socarrones e incisivos, lo que incluye desde problemas de alojamiento hasta incendios mayúsculos, nos presenta las modos y modos de la sociedad cachanilla pionera, como los programas radiofónicos, los apochados, el calor del verano, la ola de crímenes (sí, ya entonces había crímenes por decenas) y cuanta noticia le pareciera a nuestro poeta-cronista motivo para componerle un poema alusivo.
Palos de ciego es el primer poemario que establece, de cuerpo entero, a un poeta cabal y con un estilo propio en nuestras tierras. Esta obra es la piedra de fundación de una literatura urbana, moderna, atenta al curso de los acontecimientos, hecha con un lenguaje periodístico, es decir, directo, claro y preciso, que toma el pulso de una comunidad fronteriza y se manifiesta desde un yo poético que dice sus verdades pero que, también, se ubica como una mirada desde la propia comunidad a la que pertenece por derecho de fatigas y trabajos. Desde sus juicios y prejuicios, su autor nos permite ver y contemplar cómo era la vida pionera en el Mexicali de principios de los años veinte del siglo XX, un poco después de que huyera al extranjero el coronel Esteban Cantú y un poco antes de que el general Abelardo L. Rodríguez asumiera el gobierno del Distrito Norte.
Escritos entre 1921 y 1923, estos poemas muestran la cercana relación de Mexicali
y los mexicalenses con ciudades como Los Ángeles y con la población de desplazados mexicanos que vivían al otro lado por aquel entonces, ya que muchos de estos poemas se publicaban simultáneamente en periódicos locales como en la prensa angelina. Por eso mismo, Palos de ciego es un fresco monumental donde Facundo Bernal, con gracia extrema, nos hace un retrato integral de la sociedad fronteriza, sus retos y desafíos, sus trabajos y diversiones.
De ahí que esta obra siga siendo un clásico de la literatura mexicana del norte fronterizo. Sus versos e imágenes siguen tan vivos y vivaces como lo fueron en el momento de su publicación. Y este atributo se debe a la capacidad creativa de don Facundo para escribir desde el corazón mismo de la gente, desde el entorno mismo que era suyo por adopción y cariño. Como sonorense-cachanilla, nuestro poeta veía el mundo con franqueza y exponía sus verdades sin eufemismos o simulaciones. Norteño al fin, su poesía es la de un hombre franco, la de un periodista a toda prueba. Aquí es necesario puntualizar el formato lírico de este libro y el que haya algún despistado que piense que la historia, la crónica histórica nada tiene que hacer en forma de versos. Por el contrario. Loe ejemplos de poetas como Homero, Ariosto o Camoens, que retrataron en sus poemas épicos la historia de sus comunidades o de su tiempo, nos hablan de que el verso es una de las herramientas más creativas para contar nuestro pasado, que a través de la poesía se puede conjurar otros tiempos, otras vidas, otros acontecimientos.
Con Facundo Bernal y sus Palos de ciego, estamos ante una poesía que se escribió día a día, tomándole el pulso a la sociedad de frontera que era Mexicali al término de la Primera Guerra Mundial y entrando a los locos años veinte. Una poesía que es testimonio periodístico y, como todo texto para la prensa, se le nota su carácter urgente, inmediato, de contar lo que le interesa a la población en ese momento. Recuento veraz, el suyo, de los inicios el siglo XX tal y como se vivieron en Mexicali. Hace ya 100 años de su publicación. ¿Alguien quiere celebrarlo?
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