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Incompetencia

Laurence J. Peter fue un pedagogo y divulgador canadiense, conocido principalmente por sus teorías jerárquicas.

Jaime  Navarro

Laurence J. Peter fue un pedagogo y divulgador canadiense, conocido principalmente por sus teorías jerárquicas que resumió en su libro El principio de Peter, donde dice que “En una jerarquía cada empleado tiende a alcanzar su nivel de incompetencia mientras que cada puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para llevar a cabo su trabajo”. Uno de los ejemplos que menciona en su libro es la historia de Juan, él era encargado de la conservación y el mantenimiento en el departamento de obras públicas del municipio. Los funcionarios municipales le tenían en gran estima. Todos alababan su disponibilidad y su amabilidad. Mostraba buen juicio siempre atento y servicial. Este comportamiento resultaba adecuado para el puesto que ocupaba. El superintendente de obras se jubiló, y Juan fue ascendido, continuó estando de acuerdo con todo el mundo. Transmitía a su encargado cualquier sugerencia que le llegaba desde arriba. Los conflictos de política resultantes y el continuo cambio de planes, no tardaron en desmoralizar al departamento. Llovían las quejas por parte del alcalde y los demás funcionarios, los contribuyentes y el sindicato de trabajadores. El departamento de conservación no llegó a cumplir su programa de trabajo. Juan, un encargado competente, se convirtió en un superintendente incompetente. Otro ejemplo es el de Daniel un aprendiz excepcionalmente trabajador e inteligente en un taller mecánico y que no tardó en ascender a mecánico especialista y en corto tiempo, demostró una extraordinaria habilidad para diagnosticar averías y arreglarlas. Fue ascendido a encargado del taller. Pero aquí su amor a la mecánica y a la perfección se convirtió en un inconveniente. Emprendía cualquier tarea que le pareciera interesante, por mucho trabajo que hubiera en el taller. “Vamos a ver qué se puede hacer”, decía. Se entrometía constantemente. Raras veces se le encontraba en su puesto. Generalmente, estaba con la nariz metida en un motor desmantelado, mientras el hombre que debería estar haciendo ese trabajo se encontraba de pie a su lado mirando, y los demás obreros permanecían sentados esperando que se les asignaran nuevas tareas. El taller se hallaba siempre sobrecargado de trabajo, desorganizado y los plazos de entrega se incumplían con frecuencia. Daniel se veía siempre en dificultades con sus clientes o con sus subordinados era un mecánico competente, pero ahora es un encargado incompetente. Con los ejemplos anteriores Peter demostró que el ser humano tarde o temprano alcanza su nivel de incompetencia, lo grave de ese nivel es encontrarlo en las personas que nos gobiernan, el hecho de haber ocupado una regiduría, una diputación estatal o federal, Senador, haber sido Alcalde o Gobernador no necesariamente los hace buenos funcionarios. El tema de la percepción de salarios de los funcionarios probablemente incremente el nivel de incompetencia de algunos de ellos, dando oportunidad a los de nivel medio a que asciendan y probablemente hasta dupliquen su sueldo, ahí es donde se corre el riesgo de que alguno de ellos alcance su nivel de incompetencia en el corto plazo, con las consecuentes molestias y pérdidas económicas que puedan ocasionar sus decisiones y muestren el síndrome del vaivén o lo que es lo mismo que muestren incapacidad para tomar decisiones en la toma de decisiones o aplicación de la ley. Por ahí andan unas y unos chicos malos buscando puestos de elección popular desde la máxima magistratura hasta el nivel de un regidor, algunos de ellos buscando reelegirse y otros que fueron electos por suerte vía tómbola, no se han dado cuenta que ya llegaron a su nivel de incompetencia, muchos de ellos presumen su experiencia sin darse cuenta de que la misma fue muy mala, recurren a la propaganda (muy mala por cierto), desde lonas muy pequeñas hasta espectaculares gigantescos como si la elección fuera una competencia de popularidad y no de capacidades, incurriendo en violaciones a la ley electoral con recursos de dudosa procedencia y además cobardes pues dicen no saber quién los colocó, por favor. Afortunadamente ya la gente no es estúpida. Castiguemos a esos candidatos no votando por ellos, todos ellos tienen el síndrome de la corrupción.

  • *- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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