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Los Principios de la Economía en las Campañas Políticas

Ahora que nos encontramos en campañas electorales resulta esencial conocer algunos de los principios más importantes de la economía para que con esos lentes analicemos las propuestas de aspirantes a puestos de gobierno.

Ismael  Plascencia López

Ahora que nos encontramos en campañas electorales resulta esencial conocer algunos de los principios más importantes de la economía para que con esos lentes analicemos las propuestas de aspirantes a puestos de gobierno. La famosa economista Joan Robinson señaló: “El propósito de estudiar economía, no es adquirir un grupo de respuestas rápidas a las preguntas económicas, sino aprender a evitar ser engañados por los economistas” y políticos agregaría.

El prestigiado economista Gregory Mankiw describe que la disciplina económica se puede resumir en diez principios básicos de los cuales parte todo. Si se piensa en la causa raíz de los problemas que aquejan a la humanidad y que tienen que ver con escasez, llegaremos en lo fundamental a uno o más de estos diez principios. Mankiw agrupa estos principios en tres partes: ¿Cómo tomamos decisiones?, ¿Cómo interactuamos con otras personas en términos económicos?, y ¿Cómo funciona la economía?

En esta entrega explicaremos los primeros cuatro principios que pertenecen al grupo sobre cómo tomamos decisiones:

Principio 1. Las Personas enfrentamos disyuntivas: Desde que éramos pequeños y nuestros padres nos daban dinero para comprar algo, nos dimos cuenta de que teníamos que elegir porque no podemos tener todo lo que se nos antoja, no importa si estamos en la tiendita de la escuela, en una dulcería o en una juguetería. En las presentes elecciones sucede lo mismo puede haber cosas que nos gustan y nos disgustan de una candidata(o) y otras cosas que nos gustan o nos disgustan de otra(o) candidata(o). No podemos juntar lo mejor de cada aspirante y hacer una mezcla, tenemos que elegir al mejor, o en términos económicos al menos peor. Esto nos lleva a uno de los conceptos más útiles de la economía, ‘el costo de oportunidad’.

Principio 2. El Costo de Oportunidad: El costo de algo es aquello a lo que se renuncia. Si ganamos dinero, tenemos dos opciones gastarlo o ahorrarlo, si lo gastamos estamos renunciando a consumo futuro, y si lo ahorramos estamos renunciando a consumo presente. El costo de oportunidad, como cualquier ‘costo’ debe tratar de reducirse lo más que se pueda. Cuando votamos por un candidato o candidata para ocupar un puesto público, estamos renunciando al resto de aspirantes, desde luego que ningún candidato(a) es perfecto y cuando tratamos de tomar una decisión informada para escoger al mejor o menos peor, estamos reduciendo el costo de oportunidad.

Si escogemos a un mal candidato(a) que esta poco preparado(a), tomará malas decisiones de política económica que nos costará mucho a todos como sociedad. Una candidata o candidato que se convierta en presidente y no aumente la inversión en educación y en ciencia y tecnología, por privilegiar el gasto corriente, estará sacrificando generaciones futuras más preparadas que se traducen en menores niveles de crecimiento y desarrollo. En este caso, el ‘costo de oportunidad’ será muy elevado.

Principio 3. Las personas racionales piensan en términos marginales: Este principio está relacionado con la forma en la que tomamos decisiones en términos económicos de nuestro dinero y nuestro tiempo. Parte del hecho de que tratamos de razonar nuestras compras y preferimos un producto sobre otro si es de mejor calidad, aun cuando su precio sea marginalmente mayor. Sin embargo, existe información asimétrica o insuficiente para tomar decisiones, si nos encontramos ante dos opciones de pasta dental, por ejemplo, donde una cuesta más que otra, algunas personas asumen que es mejor y la compran, mientras que para otras un precio más elevado no es justificado y deciden la opción más económica.

Este principio puede jugar en contra de la democracia, si las personas usando su razonamiento consideran que la probabilidad de que su voto haga la diferencia es nulo, no votan, ya sea que su candidata(o) este muy arriba en las preferencias o muy abajo y esto explica los elevados niveles de abstencionismo en las personas de más educación, mientras que las personas de menor educación le dan muy poco valor (marginal) a su libertad de elección y venden su voto al mejor postor en el corto plazo sin pensar en las consecuencias de largo plazo. ¿Somos racionales realmente? No siempre, de ahí la importancia de la educación cívica y el compromiso social.

Principio 4. Las personas responden a incentivos: Este principio establece que si queremos lograr que una persona haga algo debemos ofrecerle algo a cambio. Si queremos que un niño coma sus verduras, le ofrecemos un postre o un premio; que una niña gane una competencia, le ofrecemos una medalla; que un trabajador, sea más productivo, le aumentamos el salario. En ocasiones cambian los incentivos y no nos damos cuenta, como las nuevas generaciones que quieren más flexibilidad laboral y están dispuestos a sacrificar (costo de oportunidad) mejores niveles salariales.

De la misma forma debemos aplicar este principio en la política, si queremos que las cosas mejoren, debemos premiar a los partidos que seleccionen mejores perfiles para las candidaturas y castigar a los que pongan personajes mal preparados e incapaces de plantear soluciones a los problemas que nos aquejan, ya no digamos resolverlos. ¿Cómo premiarlos o castigarlos? Con el arma más poderosa que tenemos, siempre y cuando la ejerzamos: “EL VOTO”.

La siguiente entrega platicaremos de los principios relacionados con la forma en la que interactuamos: El mercado, el gobierno y la forma en la que interactúan.

*El autor es Presidente del Colegio de Economistas de Baja California y Consultor Empresarial.

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