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Incentivos, mecanismo multiplicador

Quiero expresar que siempre, o casi siempre, he pensado y manifestado que debe entenderse el impacto de os subsidios y el de los incentivos.

Quiero expresar que siempre, o casi siempre, he pensado y manifestado que debe entenderse el impacto de os subsidios y el de los incentivos. La mayoría de las personas piensan que es lo mismo, no es mi caso.

Un subsidio es una ayuda temporal o permanente para reducir el costo de un bien o servicio público, pero también para incrementar directa o indirectamente los ingresos de quienes los reciben. Pueden ser personas morales pero también físicas, por ejemplo, para quienes reciben un subsidio sobre la tarifa eléctrica por parte de la Comisión Federal de Electricidad.

Los subsidios, considero, son apoyos por lo general para construir un efecto multiplicador positivo, pero no deben ser permanentes. Es decir, puede el otorgante -municipio, gobierno estatal o federal- dar por una ocasión o ante una contingencia una reducción por lo general de tipo fiscal, pero que al paso del tiempo y de duración del proyecto por parte del beneficiario, este le “devuelve” a quien lo otorgó, un ingreso directo e indirecto pues se entiende que el receptor generó una cadena de valor tras el incentivo. Ejemplos hay varios, pero me viene a la mente cuando se presentó por ejemplo una crisis sanitaria derivada de la influenza A(H1N1) por los años 2009-2010 y para la cual se definió un programa de apoyo que involucró más de 13 mil millones de pesos para empresas y negocios afectados.

En el ejemplo anterior, recuerdo muy bien que se aplicó un esquema, a través de la Secretaría de Economía si no mal me acuerdo, para que las empresas no perdieran trabajadores o dejaran de suplir a los que se dieron de baja por una contracción en la producción o servicio, es decir por la abrupta caída de la demanda y de la economía en general. Recuerdo que en esa ocasión empresas por todo el país hicieron lo posible por no despedir a algún colaborador y por ello se diseñó un programa de incentivos de retención y contratación de empleo.

Si eso funcionó y aplicó con transparencia, por qué no pensar en replicar esquemas similares ante contingencias como las recientemente experimentadas como la pandemia Covid-19, o por una crisis económica generalizada a nivel mundial pero con repercusión ampliada en México o por efecto de una contracción de las economía estadounidense a la que estamos ligados.

Estos comentarios generales y ejemplos los incluyo en este espacio porque el actual gobierno del estado de Baja California tiene listo un decreto de estímulos a la inversión nueva y entendería lo mismo a las reinversiones.

Lo del decreto salió en la reunión que tuvimos la semana pasada con el Secretario de Hacienda de nuestro estado, mediante el cual se nos ha indicado podrán retomarse los estímulos a gestión de inversiones e innovación. La vigencia de un programa de incentivos de esa naturaleza podría reforzar la estrategia estatal y empresarial de crecimiento y bienestar, porque se verán positivamente activados puntos de producción, pero también de venta y distribución, actividades que tiene mucha importancia para nuestra zona y, particularmente para las compañías exportadoras.

Esto último será bien recibido porque recientemente conocimos del INEGI que las exportaciones de las manufacturas de exportación de Baja California (las de las IMMEX) disminuyeron un 13 por ciento a tasa anual durante el primer cuatrimestre de este año. Y más preocupa porque al parecer llevaríamos dos años consecutivos con un nivel descendente de exportaciones, tomando como base el primer cuatrimestre.

Como lo dije al principio, una cosa es otorgar un estímulo, un incentivo que produzca un efecto multiplicador positivo, y otra es la entrega del subsidio que directamente merma los recursos públicos y no es tan claro como puede contribuir a crear círculos virtuosos de desarrollo.

*El autor es Presidente de Index Mexicali.