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Esto no es una revolución

En una discusión que se da entre Ciro Gómez Leyva y Epigmenio Ibarra - destacado columnista cercano a Andrés Manuel López Obrador- sobre la que el morenista supone es la parte central del proceso electoral, en el cual Morena obtiene poco más de 35 millones de sufragios, afirma que esto no fue solo una elección ganada, sino una revolución, ante lo cual yo difiero, por las siguientes consideraciones.

José Roberto  Vázquez

Por el derecho a la libertad de expresión.

En una discusión que se da entre Ciro Gómez Leyva y Epigmenio Ibarra - destacado columnista cercano a Andrés Manuel López Obrador- sobre la que el morenista supone es la parte central del proceso electoral, en el cual Morena obtiene poco más de 35 millones de sufragios, afirma que esto no fue solo una elección ganada, sino una revolución, ante lo cual yo difiero, por las siguientes consideraciones.

Primero: Las elecciones sí pueden llevar a la transformación de una parte de la sociedad, cuando los electores deciden votar en su mayoría, por una lideresa en especial. En esa transmutación del orden de las cosas, puede ser modificado el cambio institucional de un presidente de la república y sus nuevos funcionarios. Esto cambia la forma en cómo estaba constituido el anterior cuerpo de gobierno, que, al perder las elecciones, será modificado con nuevos funcionarios, pero bajo las mismas condiciones legales y políticas anteriores. O sea, no se presenta una transformación total del anterior sistema y cuerpo de gobierno, sólo hay un cambio de personas bajo las mismas leyes generales. Los anteriores funcionarios en su totalidad, dejarán sus puestos en el período reglamentario y los nuevos ocuparán su lugar. Esto deberá darse de manera pacífica sin derramamiento de sangre. Por el contrario, una revolución es un cambio violento en las instituciones políticas de un país, donde hay enfrentamientos armados y se produce una guerra interna, con bajas militares y civiles y daños cuantiosos y cuantificables en el país. Al final de esta revolución, se producen actos represivos y encarcelamientos de los perdedores que son declarados traidores a la patria. Las revoluciones no implican ni contienen procesos electorales, la base de su existencia son el uso de las armas, en una lucha interna de las fuerzas contrapuestas internas del país. En estos días, aunque hubo mueren tes relacionadas con el proceso electoral, no se presentó una guerra de mexicanos contra mexicanos.

Segundo: La revolución que alegan los morenistas solo existe en sus cabezas. Nada ha cambiado. México sigue siendo el mismo país corrupto de siempre. A pesar de la rastrillada frase de que las escaleras se barren de arriba para abajo, no se presentaron procesos de Investigación por actos de corrupción, por enriquecimiento ilícito, por abuso de la fuerza de las autoridades policíacas, etcétera. La situación de inseguridad en el país sigue siendo la misma, cada día surgen decenas de asesinatos cometidos en todo el país, con nulas acciones por investigarlos. Ahora, para comodidad de los organismos policíacos y de las fuerzas armadas, cualquier asesinato tiene la característica de ser producto del crimen organizado. Los grupos de criminales les han perdido el respeto a las fuerzas del gobierno, y los atacan en donde les da la gana, o utilizan las emboscadas para agredirlos. No hay ni respeto ni miedo, e inclusive, el crimen organizado no se considera a la altura de las fuerzas policíacas y militares de nuestra nación, sino que se sienten superiores y con capacidad de gobernarnos. De la misma manera el sistema de justicia en México es prácticamente inexistente. Las mismas autoridades judiciales expresan su frustración por el exceso de expedientes que deben atender. Según lo expresan ellos mismos, mucho menos del uno por ciento del total de procesos penales, llegan a sentencia. Con esta declaración se comprueba que reina la impunidad.

Tercero: En lo personal considero que nada va a cambiar en el corto mediano y largo plazos en lo que a la impartición de la justicia se refiere. Tampoco habrá modificación en la designación de los próximos funcionarios públicos, que se ganaron ya su nominación con su participación en el proceso electoral. Veremos nuevamente en Baja California y en todo México, a expresidentes municipales con procesos penales y juicios políticos pendientes, trabajando como funcionarios públicos en esta administración de Claudia Sheinbaum. Como lo comprobaremos, esto no fue una revolución. Seguiremos en la misma tesitura de la ilegalidad. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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