Tijuana, la sucia y descuidada
Puede uno adorar esta ciudad por su dinamismo, por su empuje y por su proyección al futuro, pero no puede uno negar lo obvio: Tijuana es una ciudad sucia, que huele mal y está abandonada a su suerte por nuestros gobiernos, que poco o nada hacen por mejorarla.
Puede uno adorar esta ciudad por su dinamismo, por su empuje y por su proyección al futuro, pero no puede uno negar lo obvio: Tijuana es una ciudad sucia, que huele mal y está abandonada a su suerte por nuestros gobiernos, que poco o nada hacen por mejorarla.
Fuera de mucho anuncio y mucha propaganda de “vamos a hacer” ¿qué mejores resultados en la calidad de vida tenemos en los últimos años?
Les pongo un ejemplo. El otro día recorrí en auto, con toda calma, el tramo que va de la salida de la UABC en Otay a la Vía Rápida Poniente llegando al “parque de las quinceañeras” antes del Hospital General. ¡Qué cosa de descuido, de cochinero, de dejadez, de falta de mantenimiento!
De entrada, ni un solo letrero vial que indique exactamente a dónde vas. Las laderas del cerro hechas un muladar de llantas de desecho, basura y maleza. El borde central de la rampa (que divide la calle) está lleno de plantas de hasta metro y medio “naciendo” en el pavimento ¡ya no digamos el cúmulo de tierra sin barrer!
Te topas con un puente peatonal que nadie usa, eso sí, con tremenda publicidad, pero con toda la herrería sin pintar y oxidada. Mal llegas al final de la rampa y te enfrentas con un escurrimiento de agua -que seguramente es drenaje- y decenas de baches, tierra y piedra, graffiti en las paredes de las casas y los anuncios en las vallas que se caen de viejas.
En la intersección hacia la Zona Río (inicio del Blvd. Las Américas), lo que alguna vez fue concreto hoy está despedazado, con tremendos desniveles, hoyancos y más agua sucia y piedras.
Llegas al semáforo de la Avenida Juan Ojeda Robles y aquello es la luna y todos sus cráteres entre pavimentos mal puestos y peor gestionados, tierra que se acumuló de algunas lluvias pasadas y más basura.
El cerco/barda del “parque” de la Buenavista tuvo mejores tiempos, ya hace algunas decenas de años (y eso que no entré a verlo).
De ahí y hasta antes de bajar a la Vía Rápida Poniente, tienes una barrera central desnivelada, con pintura que algún día fue amarilla (lo intuyes) y más basura y tierra al centro. Un letrero en desnivel te señala destinos inciertos y decenas de cables no dejan ver ni anuncios ni negocios ni casas. La rampa que te lleva a la Vía Rápida es otro muladar de basura. Los taludes del río son un monumento a todo lo que no debe hacerse: unas palmeras que nunca debieron ponerse ya secas y sin mantenimiento, maleza y más maleza y si te toca un peor día, quizás te encuentres papeles volando. La Vía “lenta” es otro desastre urbanístico sin aceras para que la gente camine, llenas de desniveles de tierra, más basura, terrenos sin limpiar, calles sin divisiones. El camellón tiene las huellas de 3 o 4 proyectos de iluminación que nunca se acabaron y cambian de tipo de poste, de tipo de lámpara, de tipo de “zapata” para sostenerlo.
Ya llegar a la tercera estación del SITT sin usar en ese tramo es enfrentarte al graffiti sobre lo que algún día fue un mural y tener que soportar el cochinero de bolsas de basura completa sobre el puente peatonal, lleno de tierra y césped que ya le creció.
Frente a la gasa de incorporación que sirve de set de fotos de las jovencitas tijuanenses hay una invasión de un “homeless” de unos 3 x 4 metros hecho de puro material de desecho, sin contar las que están “construidas” en el lecho de las vías del tren.
¿Desde cuándo a los tijuanenses nos “gusta” vivir en ese mugrero? ¿Por qué nadie dice nada? ¿Por qué el gobierno no hace nada? No es posible seguir “viviendo” en este mugrero. ¿En qué se gastan 11 mil millones de pesos del presupuesto municipal, solo por poner un ejemplo? ¿Dónde está el Gobierno del Estado y Federal? Qué desesperante.
*- El autor es empresario, turistólogo y un enamorado de su ciudad.
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