La crisis económica de China es real
En un artículo de la Revista Foreign Affairs el autor Zongyuan Zoe Liu analiza los problemas estructurales que enfrenta la economía china.
En un artículo de la Revista Foreign Affairs el autor Zongyuan Zoe Liu analiza los problemas estructurales que enfrenta la economía china. Tras el final abrupto de la política de “cero COVID” a fines de 2022, muchos esperaban una recuperación rápida, pero el crecimiento económico ha sido decepcionante. El PIB de China está por debajo de las metas del gobierno, con una caída en la confianza del consumidor y una crisis inmobiliaria.
Los problemas de la economía china no son recientes, sino que están arraigados en su estrategia de desarrollo económico, que prioriza la producción industrial por encima de todo. Este enfoque ha resultado en una sobreproducción en varios sectores, desde materiales básicos hasta tecnología emergente. Esta sobrecapacidad ha creado un ciclo en el que las empresas chinas, incapaces de vender todos sus productos, se ven obligadas a bajar precios, lo que reduce aún más sus márgenes de ganancia y las obliga a producir más para cubrir sus deudas.
El problema es que las empresas que sobreviven no lo hacen necesariamente por ser más eficientes o innovadoras, sino por tener acceso a subsidios y financiamiento barato del gobierno. Este sistema ha llevado a una distorsión del mercado, donde la competencia se basa en la capacidad de mantenerse a flote gracias al apoyo gubernamental y no en la eficiencia.
A nivel global, la sobrecapacidad de China ha creado desequilibrios comerciales. Los productos chinos, al ser vendidos a precios por debajo de los costos de producción, han afectado a productores en otros países. Los analistas europeos y estadounidenses han advertido sobre el impacto negativo de esta situación, particularmente en sectores clave como el acero, los vehículos eléctricos y las baterías, lo que ha generado tensiones comerciales. Estas tensiones han llevado a la implementación de medidas antidumping por parte de la Unión Europea y EEUU.
El problema de la sobreproducción está profundamente arraigado en la estrategia del Partido Comunista Chino, que ha priorizado el desarrollo industrial por encima del consumo interno. La política económica de China se basa en la alta tasa de ahorro y la canalización de estos fondos hacia la industria, mediante un sistema bancario controlado por el gobierno. Este enfoque refuerza el control político del partido, ya que las empresas dependen del financiamiento estatal para seguir operando.
A pesar de que China necesita un equilibrio entre la inversión y el consumo, es improbable que Beijing haga cambios significativos, ya que el control de la producción es una herramienta clave para mantener la estabilidad política. Las recientes iniciativas del gobierno chino para fomentar el consumo han sido en gran medida ineficaces debido a la falta de demanda interna y la presión constante de la sobreproducción.
En conclusión, el problema de la sobrecapacidad de China es un desafío a largo plazo para la economía global. Aislar a China mediante barreras comerciales no resolverá el problema, ya que está profundamente enraizado en su modelo económico. En lugar de eso, Occidente debería fomentar políticas que mantengan a China integrada en el sistema comercial global, con el fin de promover un crecimiento más equilibrado y evitar que Beijing profundice su enfoque de producción masiva.
*- El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, asesor y consultor empresarial.
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