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Santa Úrsula

A quienes me leen recurrentemente, les llamará la atención la inclinación que tengo por la vida de los santos católicos, tengo que confesar que las estudio más con interés que con devoción.

Ricardo  Menéndez

A quienes me leen recurrentemente, les llamará la atención la inclinación que tengo por la vida de los santos católicos, tengo que confesar que las estudio más con interés que con devoción. Desde niño escuché decenas de biografías de santos. No pierdo la oportunidad de echarle un ojo al santo del día, algunos no me sorprenden, pero otros me atrapan y dedico un rato a buscar las biografías. Hay días, como hoy, que no resisto compartirla. Santa Úrsula, siglo V de nuestra era, la encarnación de un ideal católico, la virginidad ofrecida a Cristo. Santa Úrsula es una mezcla de mito e historia, lo asombroso es que durante siglos nadie lo pusiera en duda. La historia popular es que, siendo una mujer en edad de casarse, empezaba con la pubertad y para los 16 años era una quedada. Nuestra Santa era acosada por un príncipe, el fundador de Bretaña, huyó desde las islas británicas en peregrinación hasta Roma para recibir de manos del Papa su consagración de votos de virginidad perpetua. Camino de regreso, en Colonia,

Imperio romano en aquel entonces, se cruzó con la invasión de los llamados bárbaros, los hunos. Su caudillo, Atila, conocido como EL azote de Dios, le echó el ojo a Úrsula, y ella, junto con otro grupo de vírgenes, se resistieron y fueron martirizadas de las maneras más crueles. Nunca ha sido canonizada como tal, pero forma parte importante del santoral siendo patrona de ciudades y parroquias. Hasta aquí no hay nada muy asombroso, excepto por la elección de la muerte con tal de no perder su virginidad. Lo más interesante es un error de transcripción del año 922, donde debería decir once vírgenes pusieron once mil vírgenes, y esa fue la sensación. Atila martirizando a Santa Úrsula y once mil vírgenes cautivó durante siglos el imaginario católico antiguo. Nadie ponía en duda el número, por el contrario, era lo maravilloso. Miles de vírgenes martirizadas por no aceptar complacer sexualmente a los soldados bárbaros era al mismo tiempo que una muy machista fantasía, una forma de resistencia de la cultura llamada occidental frente a esos bárbaros que fundaron lo que hoy sigue siendo el miembro bárbaro de la Unión Europea, Hungría. Mi lectura es tan fantasiosa como la del maestro Rubens, ver su cuadro al respecto, sin embargo, el inconsciente me traiciona y se me viene a la mente el viejo chiste de unos europeos atrapados por africanos a quienes les preguntan qué prefieren, Bunga Bunga, imaginen el lenguaje corporal lascivo, o muerte. Todos eligen la muerte salvo uno que resignado dice que Bunga Bunga, el jefe de la tribu dice “bien, Bunga Bunga y después cómanselo”. Muy anticlimático, pero así es el inconsciente.

*- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana

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