El triunfo de Trump, ¿bueno o malo para la economía mexicana? Depende
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos ha generado inquietud y esperanza en la economía mexicana.
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos ha generado inquietud y esperanza en la economía mexicana. Como principal socio comercial, México observa con cautela, preguntándose si el próximo mandato del expresidente será una amenaza o una oportunidad. Aunque en campaña Trump hizo declaraciones controversiales respecto a México y al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), su retorno al poder también podría traer beneficios en ciertos aspectos.
VENTAJAS POTENCIALES
Uno de los posibles efectos positivos de una presidencia de Trump para la economía mexicana radica en el impulso a la reindustrialización de Estados Unidos. Si su administración incentiva la producción nacional y busca desincentivar la manufactura en países asiáticos, México podría resultar favorecido como destino alternativo, aprovechando su proximidad geográfica y el T-MEC. La tendencia de “nearshoring”, donde las empresas optan por acercar sus centros de producción para reducir riesgos y costos de transporte, sería una ventaja para el país. México podría posicionarse como el socio ideal para suplir productos manufacturados a Estados Unidos, especialmente en sectores como la industria automotriz, la electrónica y la farmacéutica, generando empleos y estimulando la inversión en el país.
Además, la postura de Trump sobre China podría ser otro punto a favor. Su historial de tensiones comerciales con ese país podría traducirse en barreras más estrictas contra productos chinos, favoreciendo así a México como fuente de importaciones para el mercado estadounidense. La guerra comercial entre ambas potencias durante su administración pasada demostró que países como México podían beneficiarse al captar la demanda que antes era suplida por China.
LOS RIESGOS Y DESVENTAJAS
Sin embargo, las posturas proteccionistas de Trump podrían también tener consecuencias negativas para México. Su conocido enfoque “América Primero” busca proteger y fomentar la producción en Estados Unidos, y aunque esto podría ser positivo para el sector exportador mexicano en algunos casos, también podría significar nuevas barreras arancelarias para los productos mexicanos o mayor presión sobre las empresas estadounidenses para repatriar empleos y actividades productivas. Esto podría impactar negativamente en industrias clave, reduciendo las exportaciones y limitando la expansión de nuevas inversiones.
Otro riesgo importante es la incertidumbre en torno al T-MEC. Trump ha expresado críticas hacia los acuerdos comerciales, incluyendo el T-MEC, que calificó en su momento como “inadecuado”. Aunque no es probable que intente renegociar el tratado, podría ejercer presión sobre México en temas sensibles, como las condiciones laborales y las disputas ambientales, con el fin de obtener mejores condiciones para Estados Unidos. Esto podría derivar en conflictos comerciales que afecten a sectores importantes de la economía mexicana, especialmente aquellos que dependen fuertemente del comercio con su vecino del norte.
Finalmente, las declaraciones antimigratorias de Trump también generan preocupación. Si bien la migración es un tema de política interna de EE.UU., cualquier medida que limite el flujo de migrantes también afecta el envío de remesas, una fuente crucial de ingresos para muchas familias mexicanas. En 2023, México recibió más de 60,000 millones de dólares en remesas, y una política migratoria estricta podría reducir estos flujos, impactando el consumo y el bienestar en varias regiones del país.
¿ENTONCES, BUENO O MALO?
El impacto de un segundo mandato de Trump en la economía mexicana no es ni completamente positivo ni enteramente negativo: dependerá de cómo se adapten las políticas internas y de comercio. México tiene la oportunidad de beneficiarse de la reconfiguración de las cadenas de suministro, pero también enfrenta retos importantes. El país deberá mantener una postura firme pero colaborativa, buscando maximizar las oportunidades mientras protege sus intereses.
La clave estará en la adaptación y en el fortalecimiento interno de la economía mexicana. Aprovechar el “nearshoring” y diversificar las exportaciones serán esenciales para amortiguar los posibles impactos negativos y aprovechar los positivos. En este juego de ajedrez económico, México debe prepararse para responder a los movimientos de su socio comercial, con diplomacia y estrategias que garanticen su estabilidad y crecimiento en el largo plazo.
*El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, asesor y consultor empresarial
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