Sólo el 1%
Fue la de Claudia Sheinbaum Pardo, en la Cumbre del G20, además de la voz de quienes nos empeñamos en la transformación pacífica, democrática y en libertad de México, la voz de la razón; la voz de la humanidad amenazada de muerte por la guerra, la hambruna y las catástrofes naturales producto del cambio climático que dice a sus líderes: ¡Ya basta!
Fue la de Claudia Sheinbaum Pardo, en la Cumbre del G20, además de la voz de quienes nos empeñamos en la transformación pacífica, democrática y en libertad de México, la voz de la razón; la voz de la humanidad amenazada de muerte por la guerra, la hambruna y las catástrofes naturales producto del cambio climático que dice a sus líderes: ¡Ya basta!
“¿Qué está pasando en nuestro mundo -preguntó la Presidenta de Méxicoque en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción -interpeló a los líderes ahí presentes- alcanzó un gasto de 2.4 billones de dólares? ¿Cómo es que 700 millones de personas en el mundo -insistióaún viven en extrema pobreza?”
Creí haber dejado atrás la pesadilla recurrente de la hecatombe nuclear qué, en aquellos tiempos aciagos de la guerra fría, marcó a mi generación. Nunca imaginé que, a mis 73 años, esa insensatez; la de la posibilidad real de una guerra que todas y todos perderíamos volvería a atormentarnos.
Y ahí estaban, en Río de Janeiro, Biden, Trudeau, Macron y la Presidenta de la Comunidad Europea escuchando a quien, hace solo 7 semanas se convirtió en la primera Presidenta de México, mientras en Moscú, Vladimir Putin ordenaba actualizar los protocolos de respuesta nuclear ante lo que considera una acción de guerra de los Estados Unidos y los países que integran la OTAN.
Suave, serena, firmemente propuso Claudia Sheinbaum destinar el 1% del gasto militar de nuestras naciones -equivalente a 24 mil millones de dólares al añopara lanzar el programa de reforestación más grande de la historia.
¿Quién puede negarse a poner en práctica una propuesta así? ¿Quién puede creer que es mejor seguir sembrando guerra cuando se puede sembrar paz? ¿Cuándo se puede sembrar vida?
¿Quién puede ser tan necio como para negarse a extender la mano a millones de campesinas y campesinos pobres en todo el mundo? ¿Quién tan ciego como no sumarse a la siembra de miles de millones de árboles que nos ayudarían a paliar los efectos del cambio climático?
¿Entenderán las grandes potencias que ésta es la mejor manera de defender sus fronteras? ¿De proteger al mundo? ¿Qué pensará Trump allá en Washington?
Es el 1%; solo el 1%, carajo.
*- El autor es periodista y productor, fundador de la productora Argos y corresponsal de guerra entre 1980 y 1990.
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