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Luigimanía

Luigi Mangione, vaya caso. Joven, guapo, blanco, rico, educado asesina a Brian Thompson, el CEO de de una enorme compañía de seguros médicos en plena calle.

Ricardo  Menéndez

Luigi Mangione, vaya caso. Joven, guapo, blanco, rico, educado asesina a Brian Thompson, el CEO de de una enorme compañía de seguros médicos en plena calle. Una especie de Batman o de Robin Hood moderno, un rico justiciero, esa es la imagen que explica porqué tantas personas lo apoyan. Está recibiendo donaciones para sus gastos legales, memes, manifestaciones de miles de personas resentidas con el sistema de salud americano. Al mismo tiempo hace pensar en películas como V de Vendetta inspirando a la masa a un arrebato de venganza e ira con un toque de locura como en Joker. Aunque es sobre todo un asesinato, el victimario es la noticia, y no es para menos. Escribo esto cuando no hay más que unas fotos de él y la forma de su detención, con una mochila con un montón de billetes del juego Monopoly, el arma utilizada y hecha en casa con su impresora 3D, diversas falsas credenciales y un manifiesto del tamaño de esta columna donde da datos sobre el abuso de las compañías y su argumento. No me sorprendería que al final se concluyera que era un joven con culto al cuerpo de gimnasio, o sea, con cierta dismorfia corporal, que padeció de cirugías ortopédicas para fijar vertebras impidiéndole continuar horas de ejercicio y finalmente activando un núcleo psicótico donde, como en Joker, determina en la pantalla a quien asesinar. Un acto megalomaníaco que tocó un punto muy sensible de la sociedad norteamericana contemporánea, las quejas y demandas a las compañías de seguros médicos. Es una sociedad que prácticamente obliga a contratar una compañía privada para acceder a servicios médicos con gastos mayores. Allá gastos mayores es una simple visita a urgencias por empacho, por algo el turismo médico sigue creciendo, si el cruce fuera ágil se multiplicaría exponencialmente. Un plan criminal tan sofisticado como torpe. La pandemia dejó justificado en cubrebocas en cualquier lado, Luigi se ocultó en él, pero se la quitó para platicar con un empleado bajo una cámara, la foto se distribuyó rápidamente con la oferta de una buena recompensa, después se la volvió a bajar para comerse una hamburguesa y ser reconocido por quien se la preparó. El arma traía un silenciador y era imposible de rastrear, cuidadosamente escribió en cada una de las tres balas “negar”, “defender” y “deponer”, refiriéndose a las largas legales que dan esas compañías para el pago de un evento, verdaderamente sofisticado. Va a dar mucho de qué hablar este caso en la medida que sepamos más sobre él y que crezca la admiración por el asesino, por su “causa”. Mangione es un loco producto de nuestro tiempo que manifiesta la crisis del sistema de salud en el capitalismo avanzado.

*- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana

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