Guadalupe y Navidad
“Hay dos cosas que necesitas recordar: 1) Yo soy Dios, 2) tú no eres Dios.” Dios a Santa Catarina.
Esta semana en un par de días celebraremos Navidad, y esto será muy interesante analizarlo bajo la perspectiva de lo que ocurrió aquí en México hace casi 500 años. Recuerdo la anécdota de los mexicanos que fueron a Medjugorje en Europa, y algunos de los lugareños les preguntaron qué andan haciendo aquí, y contestaron venimos a visitar a la Virgen; Y los locales contestan “para que… si la Virgen nos ha dicho que radica en México”.
EL PAPEL DE LOS MISIONEROS
Con el descubrimiento del nuevo mundo gracias a Colón, empezaron a fluir muchos aventureros y personas con no muy nobles intenciones en busca de riquezas y posesiones, provocando mucha violencia y maltrato con los nativos. Pero también llegaron los misioneros tratando de convertir al cristianismo a los habitantes de estas regiones. Se calcula que después de casi cuatro décadas eran alrededor de poco más de dos mil los indígenas conversos al cristianismo. En 1531 cuando la Virque gen se aparece a Juan Diego, y le pide que en el Tepeyac se construya un santuario, cuando éste va con el Obispo, y le responde que pida una señal. Juan Diego lo que menos le interesa es andar probando algo y se desentiende del encargo, hasta que la Señora insiste y lo capta días después. Juan Diego no tiene otro remedio que comentarle lo que le dijo el Obispo, entonces la Señora le pide que recoja unas rosas florecientes en Diciembre, y se las muestre al Obispo. El resto de la historia ya es muy conocida, y el que la tilma persista intacta ya es un milagro muy grande.
EL VERDADERO MILAGRO
Acorde con Peter Kreeft, profesor de filosofía en Harvard, el verdadero milagro consiste en lo siguiente: diez años después de la aparición ya supera el millón de creyentes en la fe católica.
Y aquí hacemos la conexión con Navidad. Esta celebración nos recuerda que Dios viene a la tierra, tomando la naturaleza humana, y así cumplir con una función que le interesa: apoyar al ser humano en su quehacer aquí en su vida cotidiana, y en el caso muy especial de nuestro país nos manda a su Madre con la semblanza y característica similares a las mujeres nativas de estas tierras. Y aquí se desprende un aspecto muy favorable para los hombres y mujeres del planeta: Dios le interesa ayudarnos en todo sentido, y para que tengamos más confianza en pedir su ayuda nos ha brindado su Madre para que también lo sea nuestra, y así sea una intercesora para nuestros asuntos ante El. ¿Qué más podemos pedir? Conclusión estimado lector, en esta temporada de tanta convivencia familiar y social no olvidemos al festejado, y que el evento que conmemoramos dentro de dos días nos sirva de recordatorio del apoyo con que podemos contar, sobre todo cuando uno se siente incomprendido, o no estimado, o atravesamos una tribulación de cualquier índole. Este es el milagro del Tepeyac, esto es lo que conmemoramos en Navidad.
¡Felices fiestas estimados cuatro lectores!
El autor es socio del Despacho Asesores Ballesteros.
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