Día Internacional del Migrante: reflexiones y retos para el futuro
En diciembre, cuando se conmemora el Día Internacional del Migrante, reflexionamos sobre las complejas y urgentes dinámicas migratorias en América.
En diciembre, cuando se conmemora el Día Internacional del Migrante, reflexionamos sobre las complejas y urgentes dinámicas migratorias en América. Las naciones de Latinoamérica y el Caribe, marcadas por desigualdades económicas, falta de oportunidades y violencias, han protagonizado importantes flujos migratorios hacia Estados Unidos y Canadá en busca de un mejor futuro. Estas realidades no solo ilustran las carencias de los países expulsores, sino también exponen la complejidad política y humanitaria que rodea a la movilidad humana en la actualidad.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2023, alrededor de 7.2 millones de personas migraron desde América Latina y el Caribe, de las cuales una gran proporción se dirigió a los Estados Unidos. Sin embargo, estas cifras evidencian un contraste notable con lo limitado del sistema de asilo en Estados Unidos. Según el TRAC de la Universidad de Syracuse, menos del 40% de las solicitudes presentadas por personas de Centroamérica fueron aceptadas en 2022, reflejando una respuesta insuficiente ante la magnitud del fenómeno migratorio.
La región del Darién, que conecta Colombia con Panamá, se ha convertido en un punto crítico de tránsito. Según el Servicio Nacional de Fronteras de Panamá, más de 400,000 personas cruzaron esta peligrosa ruta en 2023. En ella transitan no solo migrantes sudamericanos y caribeños, sino también provenientes de África y Asia, enfrentando peligros significativos para alcanzar sus destinos.
En México, las rutas migratorias presentan desafíos igualmente graves. El control por parte del crimen organizado agrava la situación, exponiendo a las personas migrantes a riesgos extremos. Según el Instituto Nacional de Migración (INM), en 2023 se reportaron más de 10,000 casos de secuestros, extorsiones y abusos, experiencias que dejan profundas marcas en quienes las padecen, impregnando sus vidas de incertidumbre, miedo y dolor.
Al analizar las estrategias nacionales y regionales para abordar estas migraciones, se observan enfoques contrastantes. Por un lado, países como México han establecido acuerdos bilaterales con Estados Unidos para contener la migración en sus fronteras, a menudo mediante medidas restrictivas que vulneran derechos humanos. Por otro lado, iniciativas como el Plan de Desarrollo Integral impulsado por la CEPAL promueven inversiones en Centroamérica para mitigar las causas estructurales de la migración, aunque los avances han sido limitados frente a la magnitud del problema.
En Estados Unidos, los discursos de odio hacia los migrantes refuerzan su exclusión y legitiman políticas que los criminalizan, mientras la economía se beneficia de ellos como mano de obra barata. Estas narrativas, promovidas desde el poder político, deshumanizan y estigmatizan a las personas migrantes, perpetuando su marginación social.
Con la reciente reelección de Donald Trump y su próximo regreso a la Casa Blanca, en enero de 2025, ya se han anunciado políticas migratorias aún más restrictivas. Entre ellas destacan la implementación de deportaciones masivas y la militarización de la frontera sur, medidas que, además de vulnerar derechos humanos, destruirán proyectos de vida construidos durante años por familias latinas. Estas políticas también alimentan las narrativas que deshumanizan a las personas migrantes y representan un ataque directo al 3 derecho a la movilidad, la dignidad y los derechos de comunidades que han contribuido significativamente al desarrollo social y económico del país receptor.
Ante este panorama, es urgente replantear las políticas migratorias desde una perspectiva de derechos humanos y justicia social. Los gobiernos deben asumir su responsabilidad de proteger a sus ciudadanos en tránsito y abordar las causas estructurales que obligan a emigrar, invirtiendo en educación, salud y empleo en los países de origen. Además, se debe fomentar la cooperación internacional para garantizar un tránsito seguro y digno.
La migración no es solo una estadística. En este Día Internacional del Migrante, recordamos nuestra responsabilidad no solo de reflexionar, sino también de actuar como sociedades, construyendo puentes en lugar de muros y garantizando la libertad de movimiento en nuestra región.
*- La autora es Profesora de Carrera de la Escuela Nacional de Trabajo Social-UNAM.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí