Reflexión de año nuevo: El tiempo como nuestro aliado
Al comenzar un nuevo año, solemos reflexionar sobre nuestras decisiones pasadas y planificar el futuro.
Al comenzar un nuevo año, solemos reflexionar sobre nuestras decisiones pasadas y planificar el futuro. Sin embargo, muchas veces olvidamos que nuestra percepción del tiempo influye profundamente en cómo tomamos decisiones y cómo vivimos nuestras vidas. Philip Zimbardo y John Boyd, en el prólogo de The Time Paradox, nos invitan a explorar el impacto de nuestra “perspectiva del tiempo” y cómo podemos moldearla para encontrar un mayor equilibrio y bienestar.
Según los autores, el tiempo se divide en tres zonas principales: el pasado, el presente y el futuro. Cada uno de nosotros tiende a inclinarse más hacia una de estas perspectivas, lo que condiciona nuestras elecciones. Por ejemplo, aquellos con una orientación hacia el pasado suelen vivir recordando eventos positivos o lamentando errores. Las personas orientadas al presente pueden buscar placer inmediato o resignarse fatalísticamente a las circunstancias. Por otro lado, quienes se centran en el futuro priorizan metas, responsabilidades y logros.
Aunque cada perspectiva tiene sus virtudes, caer en un desequilibrio puede ser perjudicial. Un enfoque excesivo en el pasado negativo o un presente fatalista puede llevarnos al estancamiento. Por el contrario, vivir únicamente orientados al futuro puede hacernos sacrificar momentos valiosos del presente y relaciones significativas. Entonces, el desafío no radica en elegir una perspectiva sobre las demás, sino en integrar las tres de manera equilibrada.
Para este 2025, reflexionemos sobre cómo hemos estado distribuyendo nuestra energía mental entre estas tres dimensiones temporales. ¿Vivimos atrapados en las sombras del pasado, en el placer efímero del presente o en las preocupaciones del futuro? ¿Cómo podemos movernos hacia una perspectiva más balanceada que nos permita crecer y disfrutar?
Zimbardo y Boyd sugieren que podemos cambiar nuestra percepción del tiempo, ya que no es innata, sino aprendida. Este cambio requiere consciencia y práctica. Por ejemplo, si sentimos que nos dominan los arrepentimientos del pasado, podemos empezar a recordar momentos positivos y rescatar lecciones valiosas. Si vivimos en el futuro, obsesionados con objetivos, podemos entrenarnos para disfrutar más de los pequeños placeres del presente, como un café y un libro o una conversación significativa con amigos.
También podemos adoptar una visión trascendental del futuro, donde nuestra vida no se mida únicamente por logros materiales, sino por el impacto positivo que dejamos en los demás. Este enfoque no solo promueve la felicidad personal, sino que también alimenta un sentido de propósito que trasciende el tiempo.
El Año Nuevo es un recordatorio de que el tiempo es un recurso finito, pero poderoso. No podemos detenerlo ni retroceder, pero podemos elegir cómo interactuar con él. Cada acción que tomemos —o decidamos no tomar— traerá consigo emociones y consecuencias. La clave está en ser intencionales con nuestras decisiones, aprendiendo del pasado, viviendo plenamente el presente y construyendo un futuro con significado.
Que este año sea una oportunidad para recalibrar nuestra relación con el tiempo y nuestros seres queridos, adoptando una perspectiva que nos permita experimentar más alegría, gratitud y propósito. El equilibrio temporal no es solo una meta ideal, sino una herramienta para vivir una vida más rica, plena y en armonía. Que sea un año donde el tiempo sea nuestro aliado y no un enemigo. ¡Feliz Año Nuevo!
*El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, asesor y consultor empresarial.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí