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Olvídense de Trump: es el proyecto lo que importa

Dejemos algo claro: no es Trump. Es el proyecto.

Gonzalo  Manrique

Dejemos algo claro: no es Trump. Es el proyecto. Y aquí es donde la cosa se pone peligrosa. Nos encanta obsesionarnos con la figura del expresidente: sus discursos incendiarios, sus memes, sus polémicas. En mí opinión lo que hay detrás de esa fachada es mucho más grande, ambicioso y, sí, más aterrador.

El regreso de Trump al escenario político no es solo un espectáculo para las masas; es el banderazo de salida para una estrategia geopolítica que busca redibujar el tablero mundial. Y no, esto no es algo que se le ocurrió entre rondas de golf en su Torre Dorada. Es un plan que lleva años fermentándose en las entrañas del poder conservador estadounidense. Trump es solo la cara visible, el ruido que distrae mientras otros mueven las fichas.

EL MUNDO EN TRES POTENCIAS

Para entender qué va este proyecto, hay que dejar de mirar el muro fronterizo y observar el mapa global. Hoy, el poder está dividido entre tres gigantes: China, Rusia y Estados Unidos. Si Estados Unidos quiere seguir siendo el amo del mundo, tiene que actuar, y actuar ya. La prioridad es contener a China. La amenaza real no está en el sur ni en las caravanas migrantes, sino al otro lado del Pacífico, en el crecimiento económico, tecnológico y militar del gigante asiático. Frenar a China no es una opción; es una obsesión. También está la idea de hacer equipo con Rusia. Aunque suene absurdo, unirse con Putin para bloquear a China tiene lógica. Es una jugada pragmática y cínica. Si el enemigo de mi enemigo es mi amigo, entonces Putin, con todo y sus invasiones funcionales, parece un aliado.

Por último, fortalecer las Américas. Aquí es donde entramos nosotros. A pesar de los pleitos comerciales y tensiones políticas, el objetivo es convertir al continente en un bloque sólido y competitivo. Eso sí, siempre bajo las reglas de Washington.

MUCHO RUIDO, POCAS SOLUCIONES

Cuando este proyecto aterriza en la realidad, aparecen las grietas. Trump puede ser un maestro del espectáculo político, pero sus promesas no resisten el peso de los hechos. Declarar una emergencia nacional, imponer aranceles y priorizar la industria local suena patriótico en los mítines, pero en la vida real significa precios altos, aliados molestos y golpeados en el bolsillo. En la migración, deportaciones masivas, muros más altos y políticas de “tolerancia cero” solo generan titulares y odio. Las raíces del problema siguen intactas, mientras aumentan las tensiones diplomáticas. En política interna, Trump sabe cómo encender pasiones, pero gobernar es otro boleto. Su estilo confrontativo podría costarle apoyo en estados clave si sus políticas afectan a quienes dicen apoyarlo.

LA GRAN PREGUNTA

Este proyecto emociona y alimenta el populismo. Promete salvar a América, restaurar su grandeza y enfrentar enemigos externos. Pero, ¿qué pasa con la pobreza, la inflación o la polarización? No nos enganchemos: movilizar masas es fácil. Gobernar y construir algo duradero, es otra historia. El problema no es solo Trump. Es un sistema que usa a Trump como una cortina de humo mientras avanza un proyecto dispuesto a reescribir las reglas del juego global, sin importar los costos internos.

La pregunta no es si Trump volverá. La verdadera cuestión es si alcanzaremos a ver el juego completo antes de que sea demasiado tarde.

Excelente semana, nos leemos pronto…

  • * El autor es catedrático en la Escuela de Derecho y Gobierno de Pacífico Universidad. Docente Titular en la Facultad de Derecho y Facultad de Economía y Relaciones Internacionales.

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