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Siete entradas horribles a Tijuana

Uno siempre quiere una casa bien arreglada y limpia, acogedora para disfrutarla con los seres que amas, ya sea porque ahí vives con ellos o los invitas a que te visiten.

Pepe  Avelar

Uno siempre quiere una casa bien arreglada y limpia, acogedora para disfrutarla con los seres que amas, ya sea porque ahí vives con ellos o los invitas a que te visiten.

Nadie quiere que su hogar sea un cochinero ó un montón de basura., creo yo.

Pero dentro de todo, si en algo pones atención en tu vivienda es en la entrada, en el acceso principal. Pintura nueva, jardín, puerta bonita, iluminación impecable, un buen cerco, una acera con árboles bien recortados, flores y hasta un letrero hermoso que diga “casa de los abuelos” o el número de la casa (y hasta el nombre de la calle) con iluminación. ¿Estamos de acuerdo?

Tijuana, nuestra casa, no tiene nada de eso. Es un cochinero de proporciones mayúsculas y el problema se agrava porque no tenemos una puerta de acceso ¡tenemos siete!.

La carretera de cuota Tecate- Tijuana, la carretera libre Tecate-Tijuana, la carretera cuota Rosarito-Tijuana, la carretera libre Rosarito-Tijuana, la Garita con Estados Unidos de San Ysidro/El Chaparral, la Garita con Estados Unidos de Otay Mesa y el Aeropuerto Internacional de Tijuana. Siete accesos, siete puertas.

Y el problema es que todas son un asco. Literal. No hay letreros de bienvenida. No hay iluminación agradable. Hay basura y falta jardinería o la que hay está descuidada. Hay baches y falta de mantenimiento en calles y puentes. No hay señalización vial completa. La tierra y escombro en camellones y barreras se ve por todos lados. No hay limpieza en camellones y laderas. Hay pedigüeños, vendedores ambulantes, drogadictos y demás fauna nociva en las zonas señaladas. No hay orden en letreros, construcciones y pintura. Está lleno de grafiti. No hay lámparas bajo los puentes. Está obscuro, feo, descuidado. Como si nunca nadie fuera a limpiar, barrer o pintar nada. Y, desafortunadamente, así es: casi nunca nadie va a arreglar nada.

Conozco mas de 120 ciudades en el mundo y se los puedo decir con todas sus letras, somos una ciudad sin mantenimiento, olvidada de la mano gubernamental y con muy poca participación social en estos temas.

Claro que tenemos otras muchas ventajas que ya quisieran muchas, pero si somos receptores de tanta inversión extranjera, si nos hemos convertido en ciudad dormitorio de extranjeros, si recibimos tantísimas remesas y gasto de Mexico-americanos (legales e ilegales), si nos visita tanto turismo por salud y negocios ¿porqué no hemos hecho algo por tener, mínimo, siete agradables puertas de acceso a nuestra Tijuana?

El otro dia leía sobre lo orgulloso que estaba un organismo empresarial porque estaba acordando “grandes proyectos de desarrollo” con el nuevo Ayuntamiento de Tijuana y no podía quitar de mi mente, mientras veía la foto con la cara de felicidad de los asistentes a la reunión, una sola frase: ¡con que limpien y arreglen la ciudad!.

No hacemos los mas básico, lo mas simple y ¡andamos hablando de “grandes” cosas!

No me mal entiendan, me gusta que pensemos en el futuro y lo que podemos lograr, pero me molesta que no veamos los mas obvio y ni siquiera se lo digamos a quien mas puede hacer por la región: al gobierno que elegimos para ello.

Tenemos una Tijuana sucia, maloliente y descuidada en su infraestructura. Eso es un hecho.

Si, esto es una crítica a un gobierno obeso que anda en todo y no logra nada, pero también un reclamo a la sociedad y sus organizaciones que no exigimos ni participamos (por flojera, por miedo o por ambas cosas) en la construcción de una mejor comunidad.

Rudy Guliani, Alcalde de Nueva York popularizó en los 90s la “Teoría de las Ventanas Rotas” que afirmaba que los signos de desorden y mala conducta, como ventanas rotas, suciedad, descuido y maltrato, fomentan más desorden y mala conducta.

¿A quien se le antoja cumplir la ley donde hay tantas personas que la incumplen?

En lugar de tantas dependencias gubernamentales y tantas causas que abandera la sociedad, quizás solo sea tiempo de limpiar y acomodar la casa.

  • *- El autor es un opinólogo enamorado de su ciudad.

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