Entre santos y demonios
Cónclave Dir. Edward Berger
El papa ha muerto, es momento de dolor y luto, pero es inminente la elección de un sucesor. Inicia el cónclave. Con un montaje silencioso, en que el cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) llega al Vaticano para encontrar, junto con los demás cardenales, el cuerpo inerte del santo padre de la iglesia católica, se establece el tono de suspenso que se manejará a lo largo de la cinta, insinuando quizá una intriga sobre las causas de su deceso.
Basada en la novela de Robert Harris, la adaptación de Edward Berger, es un thriller con secretos y revelaciones constantes. La intriga consiste en quién será el cardenal elegido y las luchas políticas que la situación desencadena durante el enclaustramiento del cónclave. Poco a poco se van desvelando eventos en el pasado de los cardenales candidatos, así como los arreglos que han elaborado para mejorar sus oportunidades. La batalla se divide en dos bandos, el de la ortodoxia regresiva y aquel que busca la continuidad del progresismo establecido por el fallecido papa. Lawrence trata de administrar el cónclave mientras lucha con su propia crisis de fe y afronta el dolor de la pérdida de su guía. Ante esto, la súbita aparición de un desconocido cardenal mexicano, proveniente de Kabul, con una visión que apela apegarse a los preceptos esenciales de la religión, lanza un elemento imprevisto a la elección.
Los eventos del cónclave, como lo mencionan los mismos cardenales durante una reunión secreta, asemejan más a una convención política estadounidense que a cualquier otra cosa. La trama parece reflejar con sorprendente fidelidad hechos de las recientes elecciones. El cardenal Tedesco (Sergio Castellito), cuyo apellido significa alemán en italiano, es un tradicionalista recalcitrante que se opone a muchas de las reformas recientes, sus palabras iracundas contra los musulmanes y sus actos, repiten casi textualmente frases racistas de Trump contra inmigrantes, “Los alimentamos en nuestra patria… Nos enfrentamos a una guerra. ¡Necesitamos un líder que luche contra estos animales!” Y para enfatizar la intención, esa última frase es pronunciada por él en inglés, a diferencia de italiano.
Cada revelación sobre los actos cometidos por los distintos cardenales en su búsqueda por ser elegidos o por descalificar a sus rivales, desmantela las posibilidades de unos y otros, a diestra y siniestra. Las votaciones y los candidatos cambian constantemente, mientras se revela la pequeñez de los hombres que representan los más elevados puestos religiosos y la ambición que obnubila su intelecto y nubla su espíritu.
Dependiendo el momento de su visionado, la lectura de la cinta puede cambiar. En octubre, previo a las elecciones estadounidenses, parecía vaticinar un posible resultado positivo. Recientemente, ya con el presidente electo en el poder, uno de los discursos del cardenal Benítez (Carlos Diehz) resulta curiosamente similar al sermón de que la obispa Mariann Bude pronunció, apelando a los más básicos preceptos de la compasión y decencia humana, ante el desagrado del irracional mandatario.
Siendo una de las diez nominadas al Oscar de este año, Cónclave, junto a El Brutalista, es una de las cintas con el mensaje más contundente y políticamente relevante en el clima actual, ante actos, y una colección de ordenes ejecutivas, discriminatorias, racistas y desvergonzadamente fascistas. Cónclave expone, que más allá de la religión que representa un papa o cualquier líder religioso, sin importar su raza o biología, lo que urgentemente se necesita, es un líder que muestre un camino viable.
“La lucha está dentro de cada uno de nosotros. Si cedemos al odio y al temor, si hablamos de bandos en vez de hablar por cada hombre y cada mujer… interesados solamente en nosotros mismos, en la elección y el poder. (Lo importante) es lo que hagamos en adelante…”
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