El rock mexicano nació en Tijuana

Recuerdo muy bien mis tiempos en la secundaria, junto con mi amigo Julio Trujillo acudíamos a todos los conciertos que podíamos. Él imprimía las camisetas y yo las vendía. Era una gran aventura… Todavía tengo presente la imagen de una playera de la Maldita Vecindad que diseñó Julio con el semblante de Tin Tan. Era una obra de arte. Nunca se me va a olvidar en una ocasión después de una buena venta a la salida de una tocada escuchar aquel grito…” Córrele porque ahí vienen los de reglamentos”. Que tiempos aquellos

Fueron muchos conciertos, grandes momentos escuchando grupos. En las albercas de Baja California no éramos más de 500 personas las que estábamos apoyando a Alex Lora en su visita. Ahí nació mi afición por ese movimiento y el interés por conocer su historia

El rock mexicano nació en las bancas del Parque Teniente Guerrero en Tijuana, donde un morro de la colonia Altamira de apenas 13 años solía practicar con su guitarra.

Tenía el pelo negro y rizado, una mirada profunda y una habilidad natural para improvisar con la guitarra. Se llamaba Javier Isaac Medina Núñez y había nacido en Tijuana el 3 de junio de 1944. Tal vez ese nombre no les resulte muy familiar, pero muy pronto el mundo del rock conocería a ese joven con el nombre de Javier Bátiz.

Javier Bátiz según nos relatan sus amigos empezó a escuchar a esos músicos en la estación XEAH de Tijuana, La Voz de las Californias, que después de tocar el Himno Nacional Mexicano transmitía blues en las madrugadas

Emocionado por ese ritmo, tomó la decisión de formar su primera banda llamada los TJ,S, nombrada así en honor a su ciudad natal. La banda tocaba lo mismo en fiestas de XV años, cumpleaños que en bares de la Avenida Revolución abarrotados de los marines que cruzaban la frontera para ver al naciente grupo.

Fue en aquel tiempo cuando un niño de doce años de edad natural de Autlán, Jalisco y recién llegado a Tijuana, fue a ver a los TJ,S, quienes tocaron una tarde en el quiosco del parque Teniente Guerrero.

Este pequeño, quien estaba tomando sus primeras lecciones de guitarra, quedó maravillado al ver tocar a Bátiz. Logró averiguar dónde vivía y días después tocó la puerta de su casa de la Altamira para pedirle que le enseñara a tocar la guitarra.

Este joven, quien estudiaba en la escuela Miguel F. Martínez, resultó ser un prodigio para las cuerdas. Se llamaba Carlos Santana y se convertiría en el discípulo más célebre de Bátiz.

Conforme fue progresando en sus lecciones, Bátiz sintió al niño de Autlán como bajista ocasional de los TJ,S. Fue entonces cuando Bátiz y Santana, con 16 y 13 años de edad respectivamente, tocaron juntos en una banda.

Los TJ,S fueron el primer grupo de rock tijuanense y estuvieron activos desde 1957 a 1963. En esos seis años marcaron una época en la historia de la ciudad, fueron el alma de la Avenida Revolución.

En 1963 Bátiz se marchó a la Ciudad de México, invitado por los Rebeldes del Rock para reemplazar a Johnny Laboriel.

Bátiz era admirado por no pocas figuras a ambos lados de la frontera.

En 1969, el Brujo de Tijuana ofreció una temporada de conciertos en el centro nocturno Terraza Casino y la gente recuerda que una noche tuvo un espectador de lujo sentado en primera fila.

Se trataba nada más y nada menos que de Jim Morrison, el célebre cantante de The Doors, que estaban de visita en la Ciudad de México

Bátiz amaba el rock y el blues, pero como dice el dicho “no cantaba mal las rancheras”, pues en su último disco interpretó canciones como En el último trago nos vamos, de José Alfredo Jiménez o Mi cariñito de Pedro Infante.

El pasado 14 de diciembre Javier Bátiz se nos adelantó en el camino y el rock mexicano quedó huérfano de padre. Ahora hay una guitarra tijuanense sonando en el cielo

Cuando tengan la oportunidad de recorrer el centro histórico de Tijuana nunca olviden que hace más de 60 años los TJ,S de Bátiz fueron dueños de la noche e iniciaron la aventura del rock mexicano.

*El autor colabora activamente en la regeneración de los centros históricos de Mexicali y de Tijuana.